Un estudio reciente de Copernicus, el Servicio de Cambio Climático de la Unión Europea, indica que en marzo de 2024 la temperatura de la superficie del mar (TSM) alcanzó un récord histórico de 21.07 grados centígrados, y que ese pico prolongó la racha de ascensos récords registrados de mayo 2023, que coincidieron con el desarrollo del fenómeno de El Niño, que recorre el Pacífico de Sur a Norte en Sudamérica.
No es un dato menor, sino más bien alarmante, porque ese aumento del calor, además de generar una mayor evaporación, influye de manera negativa en el desarrollo de la vida marina, provoca deshielos pronunciados en los polos, genera un aumento del nivel del mar y es apenas una muestra del desequilibrio ecológico que afecta al planeta.
Ese récord de temperatura superficial del mar provocó un “evento global de blanqueamiento de corales”, según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos, lo cual es otro efecto gravísimo del calentamiento global, porque los corales son el albergue de la microvida marina, que es parte de la cadena alimenticia de la mayoría de los peces que habitan el océano.
Entre el cúmulo de consecuencias de largo plazo, que hasta pudieran ser irreversibles, la evaporación, sometida al efecto invernadero, significará un aumento de la desertificación en determinados territorios por la pérdida significativa de humedad.
Esas anomalías de temperatura oceánica también se detectaron en más de una cuarta parte (27 %) del océano extrapolar, lo que incluyó grandes zonas del océano Atlántico, sobre todo las áreas tropicales, la mayor parte del océano Índico, vastas áreas del Pacífico occidental, del océano Índico y partes del Austral.
Todos estos datos, que debieran preocupar a los países industrializados y a las grandes empresas multinacionales, que son los verdaderos responsables de este grave problema, parecen pasarles inadvertidos, pese a que las consecuencias se manifiestan en el mismísimo territorio de los Estados Unidos, donde una parte soporta una nevada catastrófica y otra zona cercana sometida a los más graves incendios que han devorado miles de casas y enormes extensiones boscosas en California.
Mientras los responsables de esta lenta y prolongada agonía del planeta miran para otro lado no es posible esperar soluciones, y cuando el calentamiento global convierta a los océanos en una gigantesca sopa que cocine a todos los seres vivos, seguramente ya será demasiado tarde para reaccionar.