Es inevitable poner los ojos sobre Venezuela, un país que no se merece la situación en que vive. Es innegable que padece una grave crisis, que va desde insuficiencia alimentaria, precarios servicios de salud, inseguridad ciudadana y hasta por momentos escasez de gasolina.Al mismo tiempo, las diferencias políticas son extremas. Un gobierno rechazado por media población, que se expresó en los resultados electorales que dieron lugar al Parlamento actual de mayoría opositora y que por múltiples vías ha reclamado adelantar las elecciones para superar la crisis.
Pero la administración de Nicolás Maduro sobrevive por un consistente apoyo de la otra parte de la población que cree que debe respetarse su permanencia en el poder, ganado también mediante unas elecciones.
Es un estado de tensión de calibre mayor, que amenaza con degenerar en violencia política. En el pasado reciente concitó la intervención del Papa Francisco para propiciar el diálogo para encontrar salidas nacionales. Y en efecto, surgió la comisión de los expresidentes de España Rodríguez Zapatero, de Panamá Martín Torrijos y de República Dominicana Leonel Fernández. Pero ese intento se estancó. El lunes exhortaron a retomar el diálogo. República Dominicana ha apostado a esa iniciativa, y obviamente está en pleno derecho de actuar pese a la insolente advertencia del senador norteamericano Rubio.
De nuevo el secretario general de la OEA, Luis Almagro, impulsa una “salida diplomática” que las autoridades venezolanas ven como intentos reiterados de prestarse a los intereses de Washington.
Anoche, el Consejo Permanente de la organización celebró una sesión extraordinaria en la que se impuso un compromiso de una mayoría de 20 de los 34 países miembros en pro de una solución que de entrada Venezuela rechaza como una “consumación de un acto de intervención… sin que le hayamos dado ninguna autorización para intervenir en nuestros asuntos. Es una absoluta violación al derecho internacional”.
Esta iniciativa concuerda con el llamado a Venezuela de 14 de esos países el pasado viernes a liberar a los presos políticos, convocar a elecciones y respetar las decisiones de la Asamblea Nacional.
Resulta inaceptable cualquier iniciativa que amenace la soberanía de Venezuela. Son los venezolanos quienes deben decidir su destino. Es de su exclusiva competencia.