El cáncer de mama es una patología maligna que figura como segunda causa de muerte de mujeres en las Américas, según la Organización Panamericana de la Salud.
Precisamente cada 19 de octubre, por iniciativa de la Organización Mundial de la Salud, se celebra el día internacional de lucha contra esta enfermedad, y octubre es declarado el Mes del Cáncer de Mama, los edificios públicos lucen fachadas rosadas, se reparten lacitos rosas y se realizan actividades para concienciar sobre sus efectos devastadores.
Recientemente la diputada Juliana O’Neal criticó que la atención al cáncer se limite a un solo mes del año cuando es un mal en aumento y las campañas “solo sirven en el mes de octubre, ya el resto del año no sirven para nada”.
No le falta razón a la legisladora, si tenemos en cuenta que la región de las Américas registra cada año más de 462 mil casos y 100 mil muertes por esta patología, que en nuestro país alcanza el 35% de los tumores malignos diagnosticados y lo más grave es que el 70% de las mujeres afectadas comienzan a recibir tratamiento con la enfermedad muy avanzada, cuando ya es tarde.
Este tumor, que se localiza en los tejidos de los senos, puede propagarse al resto del organismo y atacar las células sanas en una multiplicación dolorosa que puede llegar a requerir cirugía, quimioterapia o radiación, procedimientos lacerantes que además debilitan el cuerpo y no siempre evitan la muerte.
Uno de los problemas es la falta de información, sobre todo en los sectores vulnerables, donde además de la escasa atención médica adecuada, la mayoría carece de recursos para adquirir los costosos medicamentos para tratarse y, como señala la diputada O’Neil: “Muchas mujeres se mueren porque las están diagnosticando tarde”.
La aterradora realidad es que una enfermedad prevenible si se detecta a tiempo provoca miles de muertes por falta de atención y de políticas sanitarias que debieran incluir medicación, seguimiento y controles periódicos.
Cuando las estadísticas oficiales, siempre de tendencia alentadora, señalan disminuciones de casos, suelen obviar el dolor de las familias que han visto morir de cáncer a un ser querido, mientras los números indican que todavía estamos lejos de controlarlo o de erradicarlo.
Bien por la honorable diputada, al poner en el tapete que un mes sirve de poco, si no se hace más el resto del año.