Es inquietante lo que ocurre en las grandes ciudades y quizás en las intermedias en República Dominicana. Un crecimiento muy próximo al caos, lo que llama la atención de los organismos. Santo Domingo es un caso que ha debido merecer una atención especial por su crecimiento desordenado que amenaza con arrabalizarlo todo. Nada más hay que echar una mirada desde el aire a las áreas menos densas para descubrir lo que está ocurriendo al Este, al Norte y al Oeste de su territorio.
La construcción de rancherías al Este de la ciudad es verdaderamente escandalosa. Al extremo de que amenaza el entorno de un proyecto como Ciudad Juan Bosch, el cual el gobierno lo visualiza como un modelo. Al Oeste habría que advertir que si no se adoptan políticas firmes, con la construcción de la Circunvalación se podría acelerar el deterioro de ese contorno.
Lamentablemente, en Santo Domingo no está muy claro si se presta atención al problema, o al menos, si es considerado o estudiado. Parece que no preocupa a ninguna autoridad.
Y pensar que esa realidad tiene un impacto social tremendo, no sólo en términos urbanísticos, sino de seguridad, servicios, transporte, medioambiente, etcétera.
Esta cuestión se repite en Santiago, pero donde al menos, ya hay un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo y el Consejo para el Desarrollo Estratégico que hizo hallazgos importantes en 2015.
Además del crecimiento desordenado, esa demarcación tiene déficit en el servicio de agua potable, rezago en el tránsito, deterioro del servicio eléctrico e inseguridad. Habría que concluir en que a un determinado tipo de crecimiento urbano le viene dado su correlativo lastre social.
Pero al menos Santiago tiene ese estudio que dice que de 101 indicadores, apenas llena satisfactoriamente 28, y en los demás debe alcanzar consistentes mejorías. El dato es del 2015 y dudamos que haya mejorías consistentes.
La cuestión es que los poblados y ciudades no pueden seguir un patrón de crecimiento caótico, sin un plan, con el agravante de que pese a alcaldías, autoridades municipales y nacionales, no se implantan políticas para afrontar los males.
Mañana será tarde.