Voces de alarma vienen de la frontera Norte acerca del tráfico creciente, especialmente de inmigrantes ilegales. Los hechos no parecen responder a ninguna coyuntura especial. Haití vive un momento de paz dentro de su rutina, de modo que nada sugiere que factores en ese país motoricen flujos hacia este lado. Más allá de la dinámica económica dominicana no se perciben motivos para que se dé esta situación.
Habría entonces que preguntarse qué ha pasado para que haya lugar a quejas de que aumenta el paso de ilegales hacia este lado. ¿Disminución de la eficacia de las medidas de seguridad o mayor agresividad de los traficantes de todo tipo de mercancías y seres humanos?
En cualquiera de los casos amerita que el ministerio de Defensa preste atención a las denuncias que vienen particularmente de Dajabón.
Es una realidad que controlar estrictamente más de 365 kilómetros lineales e irregulares es sencillamente imposible. Siempre habrá resquicios para violar las líneas fronterizas.
Lo que alarma es el dato de que se percibe un crecimiento de los ilícitos, lo que no debía ser, porque existe un cuerpo especializado en el cual el Estado destina recursos para garantizar la seguridad de la frontera. Asimismo, en días recientes el ministerio de Defensa anunció un reforzamiento en el número de los efectivos militares en la zona, algo más de mil.
Más, los controles no sólo operan en las fronteras. Están los puntos de chequeos internos que debían funcionar como coladores. Pero ya sabemos la historia. No siempre se cumplen las reglas y la corrupción lo daña todo.
Al final, habrá que insistir en la necesidad de ahondar en los factores que posibilitan el creciente tráfico, que jamás terminará, pero que al menos sea establecido un sistema que reduzca al mínimo la vulnerabilidad en la zona limítrofe más poblada, que es la norte.