Siempre entendimos que la huelga de la Federación de Asociaciones de Profesores (Faprouasd) que interrumpió el semestre en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) durante casi un mes era injusta porque atentaba contra los derechos de los estudiantes a agotar el semestre en el período previsto.
Sin demeritar de manera radical los reclamos de los profesores, sostuvimos que la paralización fue precipitada, que la opinión pública no fue persuadida de la racionalidad de la demanda y que tampoco agotaron al límite necesario las vías dialogadas.
Los profesores finalmente entraron en razón y retornaron a clases con una solución negociada. Obviamente, ya su movimiento estaba muy mal parado en la apreciación de la población, irritaba a los estudiantes y podía terminar en el descrédito total. Con un mínimo de inteligencia se acogieron a la opción viable sobre la base de iniciar un proceso de saneamiento administrativo en la UASD.
La idea de sanear la UASD es viejísima, y ha sido considerada desde años remotos, desde que la burocracia se multiplicó más allá de las necesidades de soporte de los servicios académicos. Con la “modernidad” de la política para ser rector los aspirantes hacen compromisos muy gravosos para la academia y cada nueva gestión trae consigo más empleos.
Eso es deplorable. No puede continuar. Es necesario, urgente, agotar un proceso crítico, reflexivo, profundo, que revise las nóminas en función de los servicios y necesidades docentes, que todo sea sometido a la realidad de una institución subsidiada por el Estado que no puede ser un barril sin fondo.
Ahí la Faprouasd tiene toda la razón del mundo. Tiene razón moral y política. Porque la nación en algún momento se preguntará si el Estado ha de suplir ilimitadamente cuantos recursos se pidan en la UASD para darle uso incierto.
Entonces, si el proceso de saneamiento es serio, no pueden manipularlo las mismas autoridades cuestionadas por Faprouasd. Se requiere de otros agentes y actores. Es una auditoría al uso de los recursos y las mismas autoridades quedan descalificadas para hacerla. Y eso empieza por el mismo rector. ¿Cómo va a encabezar la comisión que realizará la investigación? Nadie se investiga a sí mismo.