Nos honra con su visita el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony J. Blinken, que aterriza en República Dominicana para, según informa el Departamento de Estado, reforzar la “estrecha asociación de larga data” con nuestro país y dialogar sobre crecimiento económico inclusivo, derechos humanos, buena gobernanza, seguridad y resiliencia climática.
Qué bueno que se apersone por estos predios una figura de tan alto nivel, con la que se podrán encaminar directamente asuntos de las relaciones bilaterales que no fluyen con la normalidad y celeridad debida por la falta de acreditación, pese a esa “estrecha asociación de larga data”, de un embajador de su país desde enero de 2021.
Y más importante incluso, porque Blinken llega luego de haber visitado Haití, lo que resulta fundamental para República Dominicana, porque vamos a seguir cargando pesado si, como se comenta, al Consejo Presidencial de Transición no le llega apoyo suficiente para garantizar la transición democrática, la asistencia humanitaria ni los recursos económicos prometidos. Incluso, ha trascendido que existe un retraso hasta para el pago de las mensualidades a los policías kenianos, los que tampoco han sido equipados debidamente.
Intriga lo que de nuevo vaya a salir de la presencia de Blinken en Haití, porque tan recientemente como el 2 de julio pasado se reunió en Washington con el primer ministro del país vecino, Garry Conille, que acudió a reclamar los recursos que le ofrecieron, y en apariencia el gobernante haitiano habría salido satisfecho.
La reunión Blinken-Abinader despierta fundadas expectativas, hasta por la coyuntura política regional, que tiene abiertas varias crisis importantes, en las que nuestro presidente podría intervenir para viabilizar salidas.
Esta visita denota la importancia que la nación del Norte concede a esta zona del Caribe en estos tiempos, sobre todo si tenemos en cuenta que Estados Unidos tiene la vista puesta en una serie de cuestiones geopolíticas que acaso considera más trascendentes.
Ojalá que en su paso por la isla a Blinken le acompañe la suerte, y que pueda alcanzar logros, por mínimos que sean, los que al parecer se le niegan en otras partes del mundo, en donde tiene que abordar delicadas situaciones que lo han convertido en uno de los secretarios de Estado más itinerantes de la historia y manejar, simultáneamente, conflictos que mantienen en vilo a la humanidad.