Arribamos al segundo fin de semana de enero, con las fiestas ya finalizadas, acallado el clima de jolgorio con que se despide al año que se va y se recibe al que comienza, los adornos, el arbolito, los belenes y las guirnaldas comienzan un largo sueño en las cajas que se arrinconan en los armarios, cuidadosamente selladas, donde permanecerán hasta el próximo diciembre.

Las escuelas se pueblan otra vez de niños y de adolescentes y es como si todo volviera a una normalidad que se parece muchísimo a la rutina en la que se desenvuelve la vida de las ciudades y de los pueblos de todo el país, se vuelve al trabajo, al estudio, tareas que forman parte de una cotidianidad que, salvo circunstancias especiales, no sufrirá alteraciones ni cambios significativos a lo largo de los próximos doce meses.

Tenemos esta posibilidad de comenzar un nuevo año con los ojos puestos en el futuro cercano, con proyectos y planes que esperamos concretar, mientras en otras regiones del planeta, incluso en la vecina nación, miles de personas se ven obligadas a migrar para huir de la violencia y escapar de la muerte.

El país vuelve a ponerse en movimiento y todo lo que los dominicanos son capaces de construir en cada ámbito se demuestra por sí solo, en los campos y en las ciudades, en las fábricas, en las universidades y en cada lugar donde hombres y mujeres aportan su granito de arena en la edificación de un porvenir mejor para todos.

Esta realidad que nos toca vivir, en un marco de relativa estabilidad social y política, con una economía que presenta cifras promisorias y posibilidades de continuar creciendo, es en cierta medida una consecuencia de un largo proceso en que las fuerzas políticas dominicanas trabajaron para construir una democracia y una paz que merezca ser vivida, y que estamos llamados a cuidar.

“Los dioses –escribió alguna vez Jenofonte- venden a los hombres todos los bienes al precio de su trabajo”, y los dominicanos, tanto los que habitan en este suelo como los de la diáspora, trabajan y aportan su granito de arena de manera silenciosa y anónima, muchas veces de un modo heroico y sin resonancia, para que esta patria que los vio nacer camine hacia un destino de grandeza y bienestar para todos.

No hay mejor manera de comenzar el año.

Posted in Editorial

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas