La semana pasada, el presidente Danilo Medina disertó en la clausura del XIX Encuentro de Líderes del Sector Agropecuario, y explicó los porqués de sus visitas sorpresa y su visión para desarrollar la economía.
Como hablaba a productores agropecuarios, el eje fundamental de la exposición giró en torno al papel que desempeñan en el desarrollo económico. Fue un discurso poco comentado, en el cual el presidente enumeró resultados interesantes. Una rendición de cuentas en un tono dialogado, sobre el valor de las visitas sorpresa, y cómo impactan la vida de productores, cómo estimulan la asociatividad y cambios en las prácticas agropecuarias.
No están motivadas sólo por las condiciones de vida de los campesinos. Es su concepción sobre la producción agropecuaria que ya aporta el 85% de lo que se consume aquí y su contribución al Producto Interno Bruto (PIB).
El rol de la producción agropecuaria en el suministro de insumos a la industria del turismo, el vínculo entre esa industria y la producción local. La agropecuaria en la alimentación de los estudiantes y las transformaciones agroindustriales que han ido generando.
También habló de que todo lo que se hace en las visitas sorpresa es con dinero. La importancia del mismo a costos adecuados para financiar las diferentes iniciativas.
Aprovechó el escenario para defender sus programas en salud, educación, y servicios, que tienen un impacto en la reducción de la pobreza, a menos del 25%.
El discurso reflejó otra cosa. Está persuadido de que el crecimiento económico sin derrame en la población es un argumento común en las críticas a su gobierno. Y entonces enumeró cómo llega en servicio y asistencia a los más disminuidos.
Tampoco ignora la crítica a las visitas sorpresa respecto a la institucionalidad del sector agropecuario. Entonces, observó que no improvisa nada. Tiene su plan de desarrollo en la cabeza y pide que se vean los resultados.
Los temas apasionantes no siempre dejan ver toda la obra de Medina. Está dejando una estela de resultados admirables. Pero tendrá que socializarlos más allá de los interlocutores habituales.
Haría bien el Presidente si intercambia sistemáticamente con medios y periodistas.