Es comprensible que Taiwán reaccione de manera airada con el anuncio del gobierno dominicano de poner fin a las relaciones diplomáticas y establecer relaciones con la República Popular China. Pero no es justo que dijera que República Dominicana había sucumbido a la diplomacia del dólar de Pekín. Semejante afirmación es indigna e irrespetuosa, máxime cuando las autoridades dominicanas expresaron su agradecimiento por la colaboración durante los años de vinculación.
El establecimiento de relaciones con la República Popular China es una decisión de Estado, asumida con la misma autoridad que en el pasado, y por razones estrictamente ideológicas, el gobierno del general Trujillo estableció relaciones con el gobierno del general Chiang Kai-shek, que vino a heredar los vínculos primarios con la República china de 1940, cuando fue firmado un Tratado de Amistad con la República Dominicana.
La nueva relación con la República Popular China tiene como antecedente el imperativo avance de esa nación como potencia económica global, a partir de 1993, cuando se suscribió en Nueva York un acuerdo para la apertura de oficinas comerciales permanentes, con el propósito de fomentar las relaciones económicas y comerciales y los intercambios turísticos chino-dominicanos.
Fue un primer paso protagonizado por un gobierno conservador como el de Joaquín Balaguer, pero fundado en la importancia de China, hasta que en 1997 fue suscrito el Memorándum entre ambas cancillerías para el funcionamiento de las Oficinas Comerciales en sus respectivos territorios.
Desde entonces, China Popular y República Dominicana han sostenido una cordial relación de conveniencia recíproca.
Bajo el influjo del espíritu paciente, tan usual en la cultura china, se fueron incrementando los intercambios económicos, sin desmedro de los vínculos con Taiwán.
Pero la realidad de los pueblos y las conveniencias de cada país se imponen. Hoy, la República Popular China se ha convertido en el segundo suplidor de las importaciones dominicanas, y el intercambio comercial anual ya anda por los US$2,000 millones. República Dominicana es el segundo socio comercial de China Popular en el Caribe y Centroamérica.
Más aún, el mercado chino es simplemente inconmensurable, listo para recibir todo lo exportable que pueda producir la República Dominicana, sin considerar la posibilidad de acceder a los programas de financiamiento de China.
Total, las decisiones de los Estados son soberanas.