No resulta aventurero decir que vivimos un período de los diálogos truncos y de los pactos frustrados, como si la sociedad se encontrara en un proceso de transición, sin saber hacia dónde va.Pasadas las elecciones, parecía que se produciría un diálogo para aprobar la legislación de partidos y renovar la ley de la Junta Central Electoral (JCE). Se sabe muy bien cómo ese tema derivó.
Asimismo, está en la mesa el necesario diálogo para definir un tema inconcluso por los siglos de los siglos: el sistema eléctrico nacional, con todas sus implicaciones.
Habría que hablar también de que el país debe decidir sobre su sostenibilidad económica a mediano plazo. ¿Puede la economía avanzar con un componente tan elevado como la deuda? Claro está que el Estado requiere de más recursos. El gobierno juega a postergar un acuerdo nuevo en materia fiscal prefiriendo vías alternas de recaudación con eficiencia y procedimientos cuasi administrativos. Pero resulta evidente que en algún momento habrá de suscribirse un pacto fiscal que garantice la sostenibilidad del sistema económico por un largo período, de modo que garantice el crecimiento.
Afortunadamente, el país ya definió la financiación de la educación pública básica, y ahora se trabaja en la estrategia para mejorar la calidad.
Hay otros aspectos importantes que deben también resolverse dentro de una visión de actualización legislativa e institucional, como la renovación de los códigos penal y civil, lo mismo que el paquete legislativo relativo a la reforma constitucional de 2010.
También instancias como el Tribunal Superior Electoral (TSE) y la Suprema Corte de Justicia (SCJ).
En fin, que el país tiene por delante grandes tareas que deben ser terminadas porque contribuirían a disminuir fuentes de conflictividad, que en algún momento afectarían la gobernabilidad.
Por la naturaleza de los temas, imaginamos que la mayor responsabilidad para liderar esos asuntos recae sobre el primer ciudadano de la Nación, que es el Presidente de la República.
Danilo Medina haría bien si decide dedicar tiempo a esas cuestiones, y si le escasea el mismo, puede inspirar y estimular a sus muy eficientes colaboradores para que pongan manos a la obra, y superar esos procesos truncos.