No es extraño encontrar en otras sociedades candidatos socialistas o conservadores, en atención a la naturaleza de sus propuestas, o simplemente, de sus proclamas.
Pero en República Dominicana no existen tales denominaciones. No hay propuestas ni candidatos etiquetados como conservadores, liberales, progresistas o socialistas. Simplemente aspirantes a puestos en la administración pública.
Objetivamente no resulta sencillo considerar a un líder político “derechista” o “izquierdista”. No hay un discurso coherente que permita tipificarlo en una determinada corriente ideológica.
¿A qué podríamos atribuir ese fenómeno? Podría referirse el hecho de que no existe una verdadera competencia entre modelos de sistemas políticos. A partir de la caída del muro de Berlín, el propósito de los políticos pareció reorientarse hacia paradigmas en el mismo marco capitalista. No significa que no aparecieran reformadores o proponentes de cambios aún en las sociedades más desarrolladas.
Quizás semejantes etiquetas perdieron razón de ser, porque en el caso de las izquierdas no parecía práctico insistir en modelos socializantes. En Latinoamérica las propuestas o liderazgos socialistas resultarían todavía mucho más difíciles de sustentar. Las tendencias de los últimos años muestran un declive de los proyectos aupados en base a planteamientos socialistas.
Emergen dirigentes conservadores triunfantes en Colombia, Paraguay, Brasil y El Salvador. Antes había ocurrido en Honduras, donde un fraude fue legitimado por los poderes dominantes en el Continente. En Ecuador, después del fin de Rafael Correa, su sucesor Lenin Moreno renegó de sus políticas y se orilla hacia las tendencias predominantes. A contracorriente se impuso en México Andrés Manuel López Obrador, después de una larga marcha en la que predominó su persistencia y el cansancio de una sociedad por los fracasos sucesivos del Partido Revolucionario Independiente (PRI) y demás formaciones conservadoras.
Pese a todo, en la política dominicana no hay una apuesta a un liderazgo decididamente conservador, sino un equilibrismo o pragmatismo que navega convenientemente de un litoral a otro por mantenerse vigente, con excepción de los grupos identificados tradicionalmente con las posiciones de izquierda, por cierto, algo silentes ante la guerra que se libra en Venezuela.
En el país nadie levanta un proyecto desde una perspectiva ideológica. Sólo la fuerza de un liderazgo como remedio a los problemas nacionales. ¿Pragmatismo conveniente?