Una de las más socorridas aprensiones luego de que se retirara del Congreso el proyecto de modernización fiscal, era que el Gobierno no tuviera un Plan B y reaccionara desde cero o propusiera solo ajustes o parches. Peor incluso, que improvisara.

Una primera señal es el anuncio del Fitram (Fideicomiso para el Desarrollo del Sistema del Transporte Masivo), sobre la cancelación de una licitación para el Tren Metropolitano, y se replantea “el esquema de financiación para la ejecución de la obra integral”, que estaba sujeto a la aprobación de la reforma.

El Gobierno había dicho, al justificarla, que para 2025 se proponía invertir de lo recaudado RD$35 mil millones en el Sistema Integrado de Transporte de Santo Domingo, en especial en el tren metropolitano.

Pronta y casi automáticamente ha planteado que realizará esa parte del proyecto de tren mediante una alianza público privada, lo cual podría ser factible por su enorme interés público, aunque no necesariamente se concuerde con el ministro de Energía y Minas que dice que por esa vía se avanzaría de forma más ágil y con una mayor disponibilidad de recursos. (No olvidemos que por el affaire con Carlos Pimentel la APP está “descabezada” y también que la experiencia arroja, vistos los proyectos que han llegado allí, que su andar se torna dificultoso).

¿Adónde queremos llegar con este comentario? Con el Presupuesto General del Estado para 2025 varado en el Congreso (a la espera de alguna señal o adenda del Poder Ejecutivo), es a que haya alternativa o Plan B.

Creemos que la reforma fiscal es imprescindible e inaplazable y no hay que aguardar urgencias económicas que la hagan perentoria. Inclusive, una de las ventajas de haberla hecho ahora era, precisamente, que no había constreñimientos de ningún tipo.

Varias entidades y analistas versados se pronunciaron en cuanto a lo que se podría hacer en el nuevo escenario, empezando porque el presidente decida escuchar los planteamientos de los diferentes sectores políticos y económicos.

Un punto a favor es que nadie está en contra de una reforma fiscal o tributaria, y si bien es cierto que la reacción contra el proyecto presentado fue plebiscitaria, el rechazo no fue a la iniciativa en sí misma, sino a las fuentes del financiamiento, y a que el dinero saliera mayoritariamente de las costillas del contribuyente, en particular de la clase media.

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