Estos son los días de mayor recogimiento que vive el mundo cristiano. Y de manera más devota la comunidad católica. Pero de una u otra forma, las demás denominaciones se acogen a ese sentimiento con respeto, y se crea un ambiente propicio para convertirlos en oportunidades de reflexión, intercambios, unidad e integración familiar.
Lamentablemente, muchas personas los paganizan con prácticas y actitudes muy apartadas de las convenciones y tradiciones cristianas, o al menos, del buen comportamiento. Recurren a extravagancias y excesos de todo tipo. Promueven ambientes negativos en un amplio sentido. Tanto que hasta agreden el entorno, sea en los retiros o en las playas.
Pero las personas, que son sensatas en mayoría, deben utilizar estos días para hacer buenos encuentros. Sea en la tranquilidad del hogar, en los parques, del campo o en las playas marinas o de los ríos.
Por eso, en este período de recogimiento y reflexión, nuestro acompañamiento y recomendaciones van en esa línea. Para todo eso se necesita prudencia. Si se actúa de esa forma se pueden hacer contribuciones para que la fiesta cristiana tenga su verdadero sentido.
Si se viaja hacia algún destino de la República, deben tomarse las previsiones para asegurarse de que todo quede en orden, y durante el viaje, respetar las reglas de tránsito y muy particularmente, los derechos de las personas. El más valioso es el derecho a la vida. Nadie debe actuar en forma torpe o imprudente, que provoque o genere situaciones dolorosas, lamentables.
Estos son días santos, y todos debemos honrarlos por los valores que entrañan, por respeto a las creencias y a la doctrina cristiana. También, por respeto a un valor fundamental: el derecho a la vida.
En consecuencia, exhortamos a mantenernos serenos, mediante un comportamiento correcto, en recogimiento, en paz y tranquilidad.