El 31 de julio divulgamos una historia donde se revisaban los récords dominicanos en distintas ramas del quehacer, y predominaban los indicadores negativos en desarrollo humano en comparación con los países de la región.
Recibir la información del Fondo Monetario Internacional (FMI) que da cuenta de que la economía nacional mantendrá un crecimiento este año no menor de 4,8%, el mejor desempeño, sólo detrás de Panamá, resultó estimulante, toda vez que se mantiene el mismo ritmo de la última década, un índice muy favorable.
Al continuar viendo las noticias, también recibimos el desagradable dato de que según un estudio de Transparencia Internacional, uno de cada tres latinoamericanos pagó sobornos en los últimos doce meses para recibir servicios públicos básicos. El informe “Las personas y la corrupción: América Latina y el Caribe” detalla: “México es el país donde más encuestados aseguran haber pagado sobornos en el período de estudio, con un 51% de los interrogados, seguido por República Dominicana, con 46%, Perú, 39%, Venezuela y Panamá, 38%, respectivamente.
El trabajo publicado en julio resaltaba el rezago en desarrollo humano y prestación de servicios. También llamaban la atención otros aspectos, algo deprimentes.
En 2016 el país aparecía con el mayor índice de muertes por accidentes, ascendente a 29 por cada cien mil habitantes, en comparación con 17 en los demás países. Seguimos entre los diez países más inseguros de la región, según el Índice Internacional de Seguridad y Policía, presentado a finales del año pasado por la Asociación Internacional de Ciencias Policiales y el Instituto para la Economía y la Paz, que mide la eficiencia de los cuerpos policiales y el resultado en términos de seguridad ciudadana.
Y ahora somos el segundo país de América Latina con los niveles más altos de corrupción en el sector público, un dato similar al del año pasado, cuando ocupamos el lugar 120 entre los 176 países que figuran en el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) levantado por Transparencia Internacional.
Hemos preferido no detallar los posicionamientos en materia de salud y educación, que son muy tristes. Conforta que la economía crece, quizás mejora la vida de alguna gente, pero habría que preguntar: ¿Para qué crecemos?