El presidente Abinader y la alcaldesa del Distrito Nacional, Carolina Mejía, presentaron recientemente un plan para ordenar aspectos puntuales y estratégicos del funcionamiento de la capital dominicana y zonas aledañas.

Hemos apoyado esta ambiciosa iniciativa desde el primer momento en que la alcaldesa Mejía comenzó a consensuarla entre distintos sectores, y esperamos que su ejecución se haga realidad, porque el crecimiento desordenado de la capital y sus alrededores es un problema que se agiganta con el tiempo.

El Plan Integrado de Santo Domingo (PISD) podría cimentar un modelo de ordenamiento urbano a corto, mediano y largo plazo, que incluiría la construcción de diversas obras, entre ellas el tan cacareado y aplazado drenaje de la capital.

En el largo plazo, es un compromiso pensado para los próximos 10, 20 ó 30 años, que contaría con el asesoramiento de otros países y todas las alcaldías del Gran Santo Domingo ya lo aprobaron.

No se enfoca únicamente en la infraestructura física, sino que prioriza la calidad de vida de los ciudadanos, con espacios donde la gente pueda vivir dignamente y en orden, con un programa de seguridad ciudadana, respeto a la autoridad y a la moral pública de los vecinos de su ámbito.

En materia de desarrollo urbano, sostenibilidad y movilidad abarcaría también la creación de nuevos espacios públicos, áreas verdes, infraestructuras deportivas y un sistema de movilidad que beneficiará a conductores y peatones.

Habrá un Malecón Deportivo, que contará con más de 50,000 metros cuadrados de áreas verdes, espacios recreativos, circuitos para caminantes y ciclistas, un edificio de parqueos, y un patinódromo.

Otra solución para aliviar la congestión vehicular en el centro histórico de la ciudad es la construcción del Puente Los Trinitarios, que desviará el tráfico interurbano y reduciría la presión sobre la Ciudad Colonial, Gascue y Ciudad Nueva, zonas de alto valor histórico y cultural.

Este plan incluye una nueva Marina y un Puerto de Cruceros ubicado frente al Hotel Jaragua, lo que aportaría a una descongestión de navíos de gran tamaño en el viejo puerto de Santo Domingo.

Acaso su más valioso intangible es que formula un acercamiento real, sobre hechos concretos, entre el Gobierno Central y los cabildos del Gran Santo Dominico, liderados por el del Distrito Nacional, que proyectan el futuro de una ciudad más organizada, accesible y competitiva.

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