La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) celebró ayer en Ginebra la segunda sesión del Diálogo Internacional sobre Migración.
Llama la atención que en este evento se mencionara el efecto del cambio climático en la movilidad humana, esto es, una de las principales causas de que contingentes de personas cada vez más numerosos abandonen sus lugares de origen para buscar mejores condiciones de vida no solo por la pobreza, sino también por los cambio del clima.
No es un problema menor, el aumento del calor por la tala indiscriminada, el incremento del nivel del mar en poblaciones costeras y la acción destructiva de grandes empresas que convierten las praderas en páramos, son una realidad.
La nueva directora general de la OIM, Amy Pope, llamó a facilitar el acceso de las comunidades afectadas por el riesgo climático a planes de movilidad laboral y a información sobre iniciativas de migración seguras; señaló que esa movilidad requiere reducir el riesgo de desastres, asistencia humanitaria y normas internacionales que faciliten una rápida adaptación a situaciones complejas y cambiantes.
Precisamente este año, el evento se ha centrado en ampliar la gama de soluciones disponibles frente al cambio climático para Estados, comunidades y otras partes interesadas de cara a la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático (COP28) que se celebrará entre noviembre y diciembre en Dubái.
Mientras desde la zona de Centroamérica miles de migrantes hasta del Caribe insular se desplazan a EE.UU. en África miles se arriesgan en embarcaciones precarias, las “pateras” a cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa.
La miseria y la desesperanza de un continente del que las potencias europeas se han llevado durante siglos los mejores recursos, hasta grandes contingentes de esclavos, originan esa migración irregular, como si los pobres de hoy reclamaran al menos una parte de esa riqueza que Europa se llevó de África.
Ahora el cambio climático se suma como otra causa, igualmente grave, a este problema cuya solución parece alejarse si tenemos en cuenta las previsiones del Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno, de que para 2030 más de 1,000 millones de personas estarán en riesgo climático en zonas costeras por inundaciones, tormentas o tsunamis.