Desde el mismo momento en que el Gobierno dominicano anunció que endurecería su política migratoria, con acento en las deportaciones y el refuerzo de la línea fronteriza, este periódico estuvo de acuerdo por considerarlo una respuesta necesaria luego de que en la Asamblea General de la ONU se repitieran los discursos que nunca se cumplen, con promesas de apoyar a Haití.
Con esa postura, presentada personalmente por el presidente Abinader, mostraba su inconformidad ante la mentada “comunidad internacional”, cuyo compromiso incumplido más reciente fue aportar inicialmente US$600 millones para apoyar a la misión de policías kenianos y los planes de pacificación que impulsaría el Consejo Presidencial de Transición.
Ese respaldo al endurecimiento de las medidas migratorias, elCaribe lo condicionó al cumplimiento de los protocolos y estándares internacionales, sin arbitrariedades de ningún tipo y sin el establecimiento de cantidades específicas de deportaciones semanales.
Reiteramos nuestro condicionamiento a que no se establezcan cuotas, como si fueran objetos materiales, de deportados por semana; diez mil dijo el presidente Abinader, lo que obligaría a los agentes migratorios y a las fuerzas militares y policiales regulares que les acompañan, a perseguir nacionales haitianos hasta poder llegar a registrar una determinada cantidad.
Más que imponer un número, que constituye una orden por la obligatoriedad de los militares de cumplirla sí o sí, se debiera crear consciencia entre los subalternos de que en sí misma es degradante la deportación masiva de emigrantes.
elCaribe, que apoya al presidente Abinader y su defensa de la soberanía al aplicar sin tapujos la política migratoria, no mira con buenos ojos los vítores por las masivas deportaciones, porque incluso en el caso de Haití hay de por medio una crisis humanitaria.
No se debe “sazonar” ni reivindicar como un triunfo lo que es un drama, porque son enviados a incrementar su pesarosa existencia, y más cuando se involucra a niños en la “zafra” deportadora.
Repetimos: apoyamos que el Gobierno haya subido el tono a su clamor de que República Dominicana no puede cargar con Haití; creemos igualmente que en ninguna circunstancia se debe dar estatus de refugiado a cada haitiano que cruce hacia nuestro territorio. Nada de eso; pero tampoco tiene que haber margen para maltratos ni resaltarlo con regocijo.”