Los estudiantes del sector público y privado deben someterse a la evaluación. Fuente externa
Los estudiantes del sector público y privado deben someterse a la evaluación. Fuente externa

La reciente divulgación de los resultados de las pruebas de evaluación PISA, que miden los niveles de aprendizaje de los estudiantes de cada país, ha desatado reacciones dispares de parte de la comunidad educativa. El Gobierno los considera un logro de su gestión, y el gremio magisterial los ve magros.

Sucede que, a diferencia de 2018, cuando por segunda ocasión consecutiva (la primera fue en 2015), los estudiantes dominicanos quedaron en el último lugar en Lectura, Matemáticas y Ciencias respecto de sus pares de los otros países o regiones, en 2022 República Dominicana obtiene mejores resultados.

El progreso ha sido alentador, con el mejor desempeño histórico del país en las tres áreas evaluadas, según lo difundido por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Los 351 puntos en Lectura, 360 puntos en Ciencias y 339 puntos en Matemáticas, equivalentes a una puntuación global de 350, tras haber obtenido 339 en 2015 y descender a 334 puntos en 2018, son resultados esperanzadores.

Pero atención con las celebraciones excesivas, porque el puntaje es relativamente bueno, pero no para obviar ni echar a un lado la imperiosa necesidad de tomarlo de manera proactiva, porque ciertamente PISA es apenas un indicador para medir el rendimiento de estudiantes de 15 años en distintas latitudes y realidades en ciencias, matemáticas y lenguaje.

Estos resultados deben ser asumidos por las autoridades educativas no como lo panacea, sino como un indicador de los retos y tareas pendientes para mejorar los servicios ofrecidos por el Estado y la calidad de la educación.

De entrada, y debido a los reparos que pone la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), que los califica de “irrelevantes”, y los cataloga de propaganda que no sirve para generar políticas educativas y transformadoras, las autoridades deben aprovechar la coyuntura para fortalecer la confianza y la credibilidad de la población en el sistema educacional.

Si bien es de conformidad, como afirmara el ministro de Educación Ángel Hernández, porque ya no se puede decir que estamos en el último lugar, el sistema educativo tiene que evolucionar con políticas integrales y efectivas para formar ciudadanos comprometidos con el futuro de su país, un desafío permanente que los resultados de una evaluación solo sirven para señalar un camina que obliga a ir en la dirección correcta.

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