Este nuevo 8 de marzo nos llega con la misma agenda de la mujer levantada el año pasado y es que su lucha por la igualdad de derechos avanza lentamente. Todavía en muchas partes del mundo predominan condiciones de diferente naturaleza que limitan su acceso al trabajo y al disfrute de beneficios que hoy constituyen privilegios de los hombres.
Hablamos de unos términos injustos en las relaciones de producción, en la gestión de gobernanza de organizaciones y gobiernos y en el infinito mundo del crecimiento y desarrollo del ser humano.
Desde principio del siglo pasado se promovió la conmemoración de esta fecha, pero es a partir de 1975 cuando bajo el influjo de la ONU se empieza a celebrar el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, y con el mismo la promoción de los derechos de las mujeres cobró un mayor impulso. En el país todavía no alcanzamos las metas y propósitos que la humanidad ha enfatizado.
Ahora Naciones Unidas empuja: “Las mujeres en un mundo laboral en transformación: hacia un planeta 50-50 en 2030”, pero todavía aquí ni siquiera se respeta la llamada cuota femenina del 33% para los cargos de elección para la dirección del Estado. Vemos durante cada proceso electoral cómo los dirigentes políticos se burlan de la representación de la mujer. Se ha llegado al extremo de nominar mujeres que luego deben renunciar para dar paso a sus parientes masculinos. Una vergüenza que las propias mujeres se presten a ese juego.
Mientras 76 de cada cien hombres en edad de trabajar tienen oportunidad de alcanzarlo, apenas el 50% de las mujeres en esa condición accede al trabajo a nivel global. En República Dominicana andamos negativamente por encima de la media global. La tasa de ocupación de la mujer es del 66%, mientras que la de los hombres ronda 81%.
Las mujeres deben continuar avanzando para que sus logros no sean el producto de cuotas o concesiones, sino el resultado de su trabajo y de su lucha. Como ocurre ahora en las universidades, donde la matrícula femenina es cada vez mayor.
Celebremos este día como un símbolo de la liberación social, política y económica de la mujer.