El papa Francisco está ingresado desde el viernes en el hospital Gemelli de Roma, afectado por una bronquitis con “un cuadro clínico complejo”, anunció este lunes el Vaticano, que también informó que la audiencia semanal del miércoles del pontífice se cancelaba.

El propio viernes había sido anulada la agenda del fin de semana, en atención a que los resultados de los exámenes efectuados en los últimos días mostraron una infección polimicrobiana de las vías respiratorias que ha conllevado a una nueva modificación de la terapia.

Desde el Vaticano se ha dicho que no hay “motivo de alarma” por esta hospitalización, inclusive el director de la oficina de prensa del Vaticano, Matteo Bruni, aseguró que el papa estaba “de buen humor y durmió bien”, que pasó una noche tranquila y que en la mañana del lunes desayunó y se dedicó a leer algunos diarios.

Esta es la cuarta hospitalización del santo padre en menos de cuatro años, atribuida esta vez a haber cumplido una agenda demandante por ser 2025 un año jubilar que lo ha mantenido ocupado al tener que presidir muchos eventos, pese a que sus problemas de salud representaban un riesgo para él.

A principio de este año Bergoglio fue visto con un cabestrillo en el brazo derecho tras una caída en su residencia, en tanto que en diciembre tuvo un hematoma en la barbilla por un golpe contra su mesilla de noche, sumado a que sus dolores en la rodilla le obligan a moverse en silla de ruedas.

Con la llegada del papa Francisco al trono de San Pedro la feligresía ha visto unas cuantas transformaciones en una iglesia que se debate entre responder a los creyentes en los nuevos tiempos, y el apego a las tradiciones milenarias en que pretenden anquilosarse los sectores conservadores.

No le tembló el pulso para quitarle privilegios eclesiásticos a poderosas estructuras como el Opus Dei, mientras al mismo tiempo abría las puertas de la vetusta iglesia a los aires de renovación y daba respuestas concretas a los escándalos de pedofilia que sacudieron a la institución.

Su actitud dialogal ha sido constante y le ha dado a la cúpula vaticana una cara renovada, por ello elevamos preces por la mejoría de la salud del pontífice de 88 años, que ha liderado un papado histórico que le imprimió a la Iglesia un sello doctrinal transformador y moderno.

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