Aunque en los calendarios el comienzo de cada estación del año figura en una fecha fija, este año el equinoccio de primavera empieza el jueves 20 de marzo a las 5.01 de la mañana.
Esta diferencia tiene que ver con lo que es el año civil y el año astronómico, aunque históricamente la primavera ha sido la estación de las flores, como también el mejor periodo para la siembra de ciertos cultivos y suele ser la fecha de apareamiento de algunos animales después del periodo de invierno.
Para el evolucionado homo sapiens, la primavera, por su clima templado, por sus días que son más largos que las noches, por el reverdecimiento de la vida que se nota en las floraciones y en la migración de las aves, suele ser también la estación del amor, la que inspira sus mejores creaciones literarias y musicales y hasta genera romances entre los jóvenes, o al menos esa es la idea más generalizada que se tiene acerca de esta estación del año.
Esto se debe a que esa multiplicación del verde y del colorido floral que cubre praderas, parques y jardines, despierta en las personas una carga emocional positiva, según algunos estudios, de ahí esa idealización de esta temporada como la “estación del amor”.
Compositores como Stravinsky, Vivaldi, Leo Délibes, Tchaikovsky y Mendelsohn le dedicaron obras musicales que sobresalen por su genialidad y su belleza, pero sobre todo por la frescura vital que transmiten a través de las notas musicales, vibrantes y llenas de esperanza.
En la literatura Bécquer, con su promesa del retorno de las oscuras golondrinas, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado y otros tantos han dado a conocer sus obras idílicas que la celebran como si fuera la vida misma, lo que es acaso la forma más delicada de celebrar con palabras la belleza.
Pintores como Paul Klee, Auguste Renoir, Sandro Botticelli y otros tantos la convirtieron también en tema de sus mejores cuadros, en combinaciones de talento y apreciación de la hermosura.
Todos, los que ahora son jóvenes y la viven con intensidad, los que peinamos canas y atesoramos recuerdos juveniles, en algún momento atravesamos la primavera de la vida con el espíritu encendido a flor de piel, y ahora la contemplamos con la nostalgia de las cosas buenas y especiales, que se guardan en la memoria y también en el corazón.
