La ejecución ayer en provincias del Cibao de un operativo conjunto de autoridades dominicanas y de Estados Unidos, denominado Búfalo NK, mediante el que supuesta y “exitosamente” fue desmantelada “una poderosa red” de narcotráfico internacional, no debiera ser motivo solo para celebrar, porque la otra cara de la moneda es que nuestro territorio ocupa un sitial de importancia en el entramado de ese mundo delictual.
En Búfalo NK intervinieron la DEA y el Comando Sur de Estados Unidos, junto a 400 efectivos militares y 47 fiscales de la Procuraduría, el Ministerio de Defensa y la DNCD, que confiscaron dos toneladas de cocaína y arrestaron a 10 personas en 37 allanamientos.
Esta red, según las autoridades, movilizaba grandes cargamentos de drogas desde Colombia y Venezuela hacia Puerto Rico, EE.UU. y Europa, vía República Dominicana, en lanchas rápidas y barcos pesqueros.
El punto es que nuestras autoridades reaccionan gozosas cada vez que hacen grandes incautaciones, como recientemente, el 28 de julio, celebraron y calificaron como un “récord”, haber confiscado una tonelada de cocaína en las costas de la provincia La Altagracia, y tres días antes 530 kilogramos, también de cocaína, en la provincia Peravia.
Se asume que con cada incautación hay una cantidad mayor de estupefacientes que logra “pasar”, con el agravante de que, a diferencia de otros tiempos, se hacen pagos en especie en el país de tránsito, por lo que se supone que es mucha la droga que circula en calles dominicanas.
Ese criterio se robustece con el informe anual de la Ley de Autorización de Relaciones Exteriores, publicado el pasado 16 de septiembre, en el que el presidente Joe Biden coloca a República Dominicana en la exclusiva lista de una veintena de países productores de droga o de tránsito de estupefacientes en el mundo.
Ese informe subraya que en esos países la droga se produce y transita, citamos: “Incluso si un Gobierno ha llevado a cabo estrictas medidas de control antinarcóticos”.
Por esto sostenemos que resulta vano que la DNCD y otros organismos se vanaglorien y hasta inserten en los discursos presidenciales que somos “campeones” de la incautación.
Bien que la operación Búfalo NK desarticulara una poderosa red, pero reflexionemos si además de cuidar los puertos, debiéramos proteger también nuestras calles y a nuestros jóvenes con políticas concretas para desalentar este tráfico desde nuestro país.