El gobierno de Danilo Medina empezó su gestión con mucho ímpetu. Y con ese espíritu acometió la ampliación y reparación de los hospitales públicos, entre otras iniciativas.
Pero el plan de rescate de los hospitales, con excepción del Darío Contreras, cuya construcción se convirtió en piedra de escándalo, sufre graves rezagos.
El plan era habilitar los hospitales en un período no mayor de un año, pero una “intervención” simultánea que no termina ha arrabalizado las más importantes infraestructuras de esa naturaleza en Santo Domingo, San Cristóbal, Santiago, Puerto Plata, Mao, para citar algunas, lo que provoca queja de los usuarios, de los médicos y hasta de los contratistas que tienen a cargo la ejecución de dichas obras. Hablan de retrasos en los pagos de las cubicaciones, los cambios de contratistas en medio del proceso, modificación de los presupuestos y planos originales.
Esos hospitales están en situación crítica. Un desastre que sufre la población. ¿Qué pasó ahí? El gobierno inicialmente pretendió resolver los problemas de un tirón. Y eso se convirtió en un despropósito del cual se pagan las consecuencias. Parece que no hubo un sentido de prioridades.
El plan del gobierno era más que ambicioso y ahora debe tratar de acelerar la terminación de las obras en los hospitales donde las demandas son mayores.
El presidente Medina se reunió en abril pasado con los contratistas de las obras hospitalarias para que agilizaran los trabajos, incluso, se le ve supervisando en el proyecto de ciudad sanitaria Luis E. Aybar (Morgan), en Santo Domingo, lo que indica que no es ajeno a la situación, pero eso no es suficiente.
Lo que ocurre es demasiado grave y amerita soluciones. Los hospitales tienen que ser priorizados en la agenda del gobierno.
Debe evitarse que continúe este drama.