“Qué pasó, por qué pasó y cómo pasó”, se pregunta el presidente Abinader para indicar seguidamente que tiene que haber una respuesta a lo ocurrido en la discoteca Jet Set.
Y eso es, precisamente, lo que también se pregunta toda la sociedad y la explicación que demanda, un gran reto que tiene por delante la Procuraduría General de la República, compelida a no enviar ningún mensaje que vaya en cualquier otra dirección.
Lo mismo que el equipo técnico que integró el mandatario, liderado por el director de Onesvie, Leonardo Reyes Madera, aunque surge la inquietud sobre si hay algún nivel de coordinación entre ese grupo y las investigaciones de la Procuraduría.
Inclusive, debiera conocerse cómo se han coordinado las labores de la Dirección de Persecución de la Procuraduría y la Fiscalía del Distrito Nacional, muy activa en la entrega de pertenencias de los fallecidos, recuperadas en el levantamiento de sus cuerpos.
También se espera que, en la medida que lo posibilite el curso de las investigaciones, se ofrezca a tiempo todo dato posible, con la mayor cantidad de detalles para despejar dudas y no dejar terreno fértil a las suspicacias que se generan en redes sociales y determinados medios, con publicaciones contradictorias y con intentos de instalar narrativas que desvíen responsabilidades, por lo que el Ministerio Público debiera asegurar el manejo centralizado de la información y una investigación impecable.
Si una sola vida perdida es demasiado, cuánto más representan, en términos de dolor, luto, impotencia y sufrimiento colectivo más de dos centenares de muertes que sumen a la mayoría de la población en una angustia que seguramente tardará mucho tiempo en disiparse.
Ojalá que ahora el Ministerio Público no repita, ya empezó a enviar señales, los pasos que tantas críticas le generaron en el manejo de los casos de corrupción en los inicios de la primera gestión de gobierno de Abinader, cuando exhibió un comportamiento sumamente mediático, al extremo de que en ocasiones se filtraban expedientes o se daban “orejas” a medios y periodistas “amigos” que, inclusive, llegaban a los allanamientos antes que los fiscales que los ejecutarían.
La población dominicana a lo menos que aspira es a que se investigue a fondo y se establezcan responsabilidades, que no se retaceen ni se filtren solapadamente datos, que se exhiba total y absoluta transparencia, sin comportamientos que despierten resquemores.