El ministro de Agricultura Osmar Benítez ha puesto de nuevo en el tapete la venta en colmados de un producto identificado como “leche a granel”, que llega en fundas grandes y se dispensa como el arroz o cualquier otro rubro de origen agropecuario.
El ministro acudió ante los responsables de Pro Consumidor y el Ministerio de Salud Pública para reclamarles que sea retirada de esos sitios de expendio, mediante incautación.
Esta es una de las tantas cuestiones que ocurren en el país que no se pueden comprender fácilmente, porque de acuerdo con las informaciones, esa llamada leche no llega de contrabando, sino cumpliendo los protocolos aduaneros.
Siendo así, lo más fácil sería que las autoridades, en una acción coordinada, impidan la importación. Así se evitaría que los contados inspectores de Pro Consumidor distraigan su tiempo en una cuestión que podría evitarse por vía administrativa.
Pero además, se entiende que las importaciones de productos agropecuarios no se realizan sin el conocimiento del Ministerio de Agricultura.
Está demás reiterar que la venta de leche “al granel” ha sido denunciada desde siempre por los productores, no sólo porque impacta la salud pública, sino porque también afecta su participación en el mercado.
Todo eso, al margen de que nadie sabe con propiedad si eso que presentan al granel es propiamente leche, o un subproducto.
Esta leche es otra competencia desleal para los productores, que no sólo sufren los términos de la intermediación de los queseros, sino de otras masivas importaciones destinadas a la industria.
Al menos, esta vez un ministro hizo un ejercicio comunicacional y llamó la atención ante un viejo problema consentido.
Quizás ahora presten atención. Es un tema con muchas aristas, de las cuales, al menos, se ha tocado una.