El presidente Danilo Medina anda por los campos con sus visitas sorpresa. Se reúne con productores y les facilita créditos. Los estimula a organizarse y a generar bienes dentro de su empeño de crear clases medias. Ayer estuvo en Las Yayas de Azua y entregó RD$4 millones a la Asociación de Ganaderos, para que mejoren sus hatos y obviamente la producción de leche.
Ayer mismo, la Asociación de Productores de Leche (Aproleche), celebró en Hato Mayor la tercera asamblea regional y reclama una política clara del gobierno frente al sector, que se siente a la deriva por la importación de leche a granel que va al mercado de consumo directo, en dudosas condiciones de calidad.
Mientras el presidente Medina, acompañado del ministro de Agricultura estimula la producción de lácteos, los ganaderos organizados a nivel nacional se reúnen y anuncian una vigilia durante tres días frente al Ministerio de Agricultura en reclamo de que se les preste atención.
Esta es una larga y misteriosa historia. Un presidente muy integrado al campo, que se encuentra directamente con pequeños y medianos productores, pero al mismo tiempo no se comunica con la más importante agrupación de lecheros.
Parece un contrasentido. Porque si el gobierno tiene interés en que los productores se desarrollen y los estimula incluso prestándoles dinero, lo mínimo que puede hacer es escuchar. Y la queja muy extendida de Aproleche es que no le hacen caso, y por eso a sus abonados no les va bien. Sufren una tremenda incertidumbre siempre que las condiciones climáticas disparan la producción o cuando quienes procesan su materia optan por adquirir leche a granel para la industria quesera.
¿Intereses cruzados? La fuerza de los importadores de leche a granel no parece ser desdeñada por las autoridades pese a cuestionamientos, sobre calidad, el uso de la misma y su impacto en el mercado.
¿Qué hay detrás que hace opaca una situación que debiera ser clara? ¿Qué intereses se ocultan? ¿Qué complicidades se conjugan?
No se entiende.