Casi todos los países tienen una capital, sede del poder central y centro de las decisiones políticas, donde se concentran las empresas, las universidades y lugares de diversión, lo que las convierte en hormigueros humanos.
Aunque las ciudades generan el 80% de PIB global, también concentran el 55% de la población mundial, esto significa que 4,500 millones de personas viven en ciudades.
Y como ocupan apenas el 3% de la superficie terrestre, en esos enclaves se amontona esa cantidad, de la que 828 millones de personas habitan en zonas marginales, más inseguras, con menos servicios básicos y en un hacinamiento que genera enfermedades y conflictos.
Otro dato relevante es que las ciudades consumen entre el 60% y 80% de toda la energía eléctrica mundial, pero también generan el 70% de las emisiones de carbono que aumentan el efecto invernadero.
Es una preocupante realidad por la que se instituyó el Día Mundial del Urbanismo, que se celebra el 8 de noviembre desde 1949, con el objetivo de concienciar a la población y a los encargados de planificar las ciudades de la necesidad de tener suficientes espacios verdes, evitar el hacinamiento y la contaminación, lo que debiera ser prioridad de los gobiernos y de otros organismos.
La ciudad necesita tener garantizada su subsistencia, por lo que el transporte de mercancías y artículos de uso diario, alimentos y bebidas, agua, medicinas y todo cuanto consumen, más las enormes cantidades de desechos que generan, todo conduce a una contaminación constante cuyas consecuencias son los picos de patologías como el dengue, afecciones gripales y otros problemas igualmente graves.
El desafío de la planificación urbana de este tiempo es generar ciudades amigables con el medio ambiente y las personas, y encarar otros retos, como la vulnerabilidad frente al cambio climático, la falta de viviendas adecuadas para familias pobres, la proliferación de asentamientos irregulares que son bolsones de pobreza, la desigualdad, los tapones por falta de transporte público adecuado, la contaminación por plásticos, la falta de áreas verdes y la inseguridad.
Quizás la mejor manera de celebrar el Día del Urbanismo sea comenzar por cuidar nuestro entorno, no arrojar basura, informarse de los planes urbanos de las alcaldías, exigir que se cumplan las leyes de tránsito y apoyar a las organizaciones defensoras del medio ambiente.
Acaso ese pequeño aporte, sumado al de muchos, nos ayude a tener ciudades más organizadas, donde se pueda vivir mejor.