Los medios de comunicación de la República Dominicana se han adecuado a un presidente que atribuye una extraordinaria importancia a su silencio y escoge el momento y los escenarios para hablar.
Está persuadido de que habla lo suficiente y sólo lo hace oportunamente. Durante la conversación con Jatnna Tavárez comentó que después de perder las primarias de su partido en 2007, se encerró en un silencio que duró algo más de tres años. Un gran average para un político dominicano.
Y ya Presidente de la nación, está persuadido de que tiene “mucha comunicación con la sociedad”, pese a la queja de la Sociedad Dominicana de Diarios (SDD) el año pasado de que no intercambia lo suficiente con los medios.
Una de las formas del presidente Danilo Medina comunicarse con la sociedad es, según sus propias palabras, cuando rinde cuentas ante el Congreso Nacional. Ahí habla “exageradamente”, hasta 75 minutos. También cuando recibe a la gente en el Palacio Nacional. Al final, el jefe del Estado desea que sea comprendido porque “es así”. Y que no ignora las demandas de su pueblo.
Aunque reconoce que “la prensa es un canal de comunicación del ciudadano con las autoridades”, no prefiere esa intermediación, por eso, se ha reservado las “Visitas sorpresa” a la esfera privativa de la Presidencia.
Y es que está persuadido de que si están los periodistas, sus interlocutores (los campesinos), dejarán de hablarle a él y hablarán para la prensa. “Vienen entonces a denunciar cosas a la prensa… cuando hablan conmigo, sólo hablan de que los ayuden, de cosas que necesitan para superar problemas… Cuando está la prensa, entonces están hablando para la prensa”.
¿Cómo comprender al ciudadano presidente, al hombre público que dirige el país, cuyos actos tienen que ser de conocimiento general?
Se puede entender, pero habría que olvidar preceptos fundamentales sobre el ejercicio del periodismo.
En la perspectiva del Presidente, la rendición de cuentas prevista en la Constitución y sus intercambios directos con la gente constituyen formas de comunicación. Cierto. Pero someterse al escrutinio público, a los cuestionamientos de los medios, es en democracia una magnífica forma de contribuir a que el ciudadano pueda recibir información contrastada que le permita formarse su propia opinión.