Es frecuente escuchar a economistas y financistas decir que para un país alcanzar el nivel de desarrollado, debe contar como respaldo con un mercado de capitales fuerte.
Si se acepta ese postulado, entonces habrá que convenir en que República Dominicana está en la ruta del desarrollo, pero necesita hacer todavía ciertos ajustes en su plataforma de financiamiento. Tiene un creciente pero limitado mercado de valores.
Según reveló ayer el ministro de Hacienda, Donald Guerrero, a septiembre pasado, las emisiones de títulos de valores mantenidas en custodia en la República Dominicana alcanzaban casi un trillón de pesos, lo equivale al 24% del producto interno bruto.
Ese volumen de recursos es un indicador de la magnitud y del potencial del mercado de valores dominicano, y una muestra de la necesidad de que siga evolucionando hasta llegar a ser un mercado de capitales.
Desde principio de la década de los años 90 en el país opera una bolsa de valores caracterizada en sus inicios en la comercialización de papeles comerciales. Luego se aprobó una legislación que le dio más carácter de formalidad al mercado, pues creó incluso un ente regulador. También surgieron como elementos de apoyo circunstancial o coyuntural, los bonos internos emitidos por el Gobierno como mecanismo de financiamiento presupuestal, y los colocados por el Banco Central, como instrumentos de control monetario ante la gran emisión que realizó para el salvamento de tres bancos que quebraron en 2003. Los que emite el Ministerio de Hacienda para apoyo presupuestal representan ya uno de los principales instrumentos de financiar el Presupuesto. Según dijo ayer el ministro Guerrero, para el 2019 el 68% de los proyectos de inversión pública contemplados será financiado con bonos locales.
El reto del mercado de valores está en ser también un instrumento de primer orden en el financiamiento del desarrollo del país, incluyendo en su portafolio las iniciativas privadas.
Para esa transformación, para ese vuelco, que es más una inclinación, el sector privado tiene también que jugar su rol. Convertir el mercado de valores en un mercado de capitales requiere de una ampliación de las ofertas. No solo se deben transar títulos de renta fija, que son los bonos. Hay que agregarle renta variable, como las acciones. Ahí deben las empresas abrirse. Esa es su cuota.