Muchos problemas graves se acrecientan porque quedan en el olvido o en la irresponsabilidad de quienes tienen bajo su dominio la obligación de llevarlos a término. En otros casos, por confabulaciones en desmedro del interés colectivo.
Lo peor es que ese tipo de conducta es una rutina. No ocurre como excepción, sino como norma, lo que habla muy mal de los funcionarios y las instituciones públicas.
Casos donde se verifican esas conductas están por montones. Toda una caterva. Ahora nos limitamos a lo ocurrido con los terrenos del vertedero de Duquesa.
Duquesa es uno de los tantos escándalos que han sacudido el país en los últimos tiempos, tan graves que uno sepulta el otro, hasta el olvido social o colectivo.
Lo que viene ocurriendo en estos días es una oportunidad para que no siga continuando de esa forma.
Ya el Consejo Estatal del Azúcar (CEA) reconfirmó que los terrenos en que se asienta el vertedero de Duquesa son de su propiedad. El expediente está en manos del Presidente de la República. Lo ha dicho el propio director del CEA.
En ese caso se consumó un fraude, mediante el cual se obtuvieron títulos que no se afirman legítimamente en ningún registro catastral. Eso viola la ley gravemente, con el agravante, de que parte interesada pretendió llevar una campaña para defender un ilícito.
Es una oportunidad, como tantas otras, para que el gobierno ponga las cosas en su lugar. Que la propiedad sea recuperada, que el vertedero de Duquesa deje de ser un peligro público y que el caso termine como debe ser en manos de la justicia.
Dejarlo en el olvido, conscientemente, es alimentar otra causa de frustración popular y desaliento, que sólo termina en disminución de la estima social por quienes nos gobiernan.
Duquesa es solo un caso de otros que requieren oportunas respuestas del gobierno. Es una oportunidad para continuar ordenando la casa como demandan los dominicanos.