Venezuela concentra de nuevo la atención después de la reelección de Nicolás Maduro. Los resultados electorales parece que no modificarán la situación anterior al pasado domingo, caracterizada por una crisis económica con una inflación indetenible, la huida de cientos de miles de venezolanos por la descomposición, inseguridad ciudadana, cientos de detenidos y la falta de reconocimiento del gobierno y de la oposición. Es decir, una confrontación en desarrollo que no parece tener fin.
Maduro ganó las elecciones que forzosamente fijó para el domingo pasado, con una clara mayoría, pero con una participación electoral de 46.01, mucho menos de la mitad de los electores registrados, 20.5 millones de venezolanos.
La imposición de Maduro era previsible. La oposición agrupada en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) declaró el boicot a las elecciones y obviamente ahora no reconoce los resultados. Pide nuevas votaciones para octubre. Pero ya el presidente tiene garantizado su mecanismo de legitimación para extender su gobierno hasta el 2025.
Ayer, Argentina, Australia, Canadá, Chile, Estados Unidos y México acordaron “desconocer” la victoria del presidente Nicolás Maduro por “falta de legitimidad” de las elecciones y amenazaron con aplicar sanciones económicas.
Ya Estados Unidos había declarado las elecciones “fraudulentas” y el presidente Donald Trump anunció nuevas sanciones mediante una orden ejecutiva por la que limita a Venezuela la venta de deuda y activos públicos en territorio estadounidense.
Inglaterra afirmó ayer que las elecciones no fueron “ni libres ni justas”.
Más cauteloso, el secretario general de la ONU, António Guterres, se limitó a decir que “tomaba nota” de los resultados de las elecciones presidenciales en Venezuela y urgió a los líderes políticos a dar respuesta a los “graves problemas” que sufre ese país.
Esa declaración lo habilita para una potencial mediación.
Rusia, China, El Salvador, Bolivia y Cuba reconocieron por separado los resultados electorales como válidos y en consecuencia la reelección de Maduro.
En Venezuela se estaría materializando un escenario parecido a los tiempos de la guerra fría.
Las elecciones no resolverán la crisis de Venezuela. La legitimidad de la presidencia de Maduro seguirá en discusión. La ausencia de la mayoría opositora es un eje clave. Es como volver al principio.
¿Será posible un diálogo en Venezuela? ¿Dónde desembocará esta crisis?