Estudiantes del sector público se forman lenguaje de programación
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La educación es un término que abunda en boca de los políticos cuando están en campaña, en boca de los gremialistas que dicen defenderla y en la esperanza de todos los que quieren prepararse para, si fuera posible, romper el círculo vicioso de un país donde el que nace pobre muere pobre y sus hijos y nietos también.

El Día Internacional de la Educación se celebra el 24 de enero, este año con el tema “Inteligencia artificial y educación: preservar la autonomía humana en un mundo de automatización”.

La fecha se enmarca en los objetivos de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas que incluye entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible garantizar el acceso a la enseñanza para todos, y concienciar a la población mundial acerca de su importancia para conseguirlos.

Se trata de la base para una sociedad más justa, igualitaria y autosuficiente, porque la educación aumenta la productividad de las personas y genera un incremento del potencial de crecimiento económico.
Parecería ocioso remarcar que la educación ayuda a erradicar la pobreza y el hambre, contribuye a mejorar la salud, promueve la igualdad de género y reduce la desigualdad, en definitiva, es un derecho fundamental que permite formar generaciones de mejores seres humanos.

Mientras en las naciones desarrolladas y en otros países la Inteligencia Artificial gana terreno, 250 millones de niños y jóvenes en todo el mundo no están escolarizados, otros 617 millones de niños y adolescentes no saben leer ni tienen conocimientos básicos de matemáticas, lo mínimo para defenderse en la vida cotidiana, hay 763 millones de adultos analfabetos y en los países subdesarrollados 57 millones de niños no asisten a la escuela.

En el África Subsahariana vive la mayor cantidad de niños sin escolarizar, a lo que hay que sumar los conflictos armados y guerras que impiden a los chicos asistir al colegio, y los refugiados, más de cuatro millones, tampoco tienen acceso al sistema educativo formal, quizás la peor violación a este derecho.

Mientras tanto los sistemas impulsados por computadoras e inteligencia artificial se multiplican y se hace más difícil saber dónde termina la acción humana y comienza la acción de las máquinas.

Es momento de reflexionar sobre la educación y, sobre todo, de regular la inteligencia artificial, para que no terminemos habitando un mundo donde la mayoría de los seres humanos sean considerados material descartable.

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