Compartimos la preocupación que expresa Fernando Quiroz, coordinador de la Mesa de Diálogo por el Autismo, sobre la extensa lista de familias que esperan por los servicios de terapias que ofrece el Centro de Atención Integral para la Discapacidad (CAID), que totaliza 3,234.
Justifica esa preocupación que las familias actualmente atendidas son 2,632, y un 55 % está en lista de espera.
Solo en el CAID de la avenida Luperón de Santo Domingo, su sede principal, la lista de espera para las terapias este mes de febrero es de 1,159 familias, y en el de Santiago, que cubre otras provincias del Cibao, son 1,201.
Según la denuncia, los servicios más demandados son terapias del habla y lenguaje, con 2,606; ocupacional, 2,490; intervención conductual, 1,320; apoyo pedagógico, 552, intervención temprana 481 y terapias complementarias, 470.
Precisamente esta semana el Gobierno inauguró la primera Unidad de Intervención Terapéutica Territorial (UITT), parte de una promesa hecha por el presidente Abinader en diciembre de 2023 para que los niños de dos a seis años con autismo, síndrome de Down y parálisis cerebral puedan recibir asistencia en sus propios sectores, loable iniciativa pero tardía e insuficiente para afrontar el desborde.
No quisiéramos formular conjeturas porque es probable que una cosa no tenga que ver con la otra, pero causó inquietud el anuncio de que el CAID había sido transferido, por decreto, al Ministerio de Educación (Minerd), luego de que el Despacho de la Primera Dama se liberara de esa responsabilidad y lo pasara a Salud Pública.
Se explicó que, presuntamente, al depender del Minerd se garantizaría a las familias eliminar las barreras que impiden la inserción social y escolar de sus hijos con discapacidad.
Por tratarse de un servicio especializado y altamente demandado, pensemos en la desesperación de muchas familias que, angustiadas, contemplan transcurrir el tiempo que, según afirma Quiroz, se puede extender hasta por cuatro años.
Que se exploren soluciones inmediatas; no puede relegarse una institución altamente prioritaria, que se supone celosamente cuidada y en sus inicios ganó prestigio hasta fuera del país por su esmerada atención a niños con autismo, parálisis cerebral y síndrome de Down.
Es una obra que no debe ser presa de la ineficiente burocracia estatal, ojalá no sea esa la causa del desborde, y que cada dominicano debería cuidar por todo cuanto encierra.