Hoy, 15 de marzo, se celebra el Día del Consumidor, el eslabón final de la cadena de producción, que lo tiene como destinatario, de ahí que tenga una serie de derechos que empiezan por recibir un producto, o un servicio por el que ha pagado, que respete su condición, que sea exactamente lo que se le ha ofertado y que, además, no sea dañino para su salud, ni para su integridad en general.
En 1962, el entonces presidente de EE.UU. John F. Kennedy decretó que todas las personas sin distinción de clases tuvieran derecho a disfrutar de ciertos beneficios como consumidoras. En 1985 la ONU establece una serie de derechos para los consumidores que tienen validez internacional.
¿Cuál es el primer derecho que tiene todo consumidor? Quizá se trate de no ser víctima de cualquier maniobra de un productor o fabricante cuyo único interés es ganar dinero como sea, sin importarle que lo que vende pueda ser tóxico, engañoso, de mala calidad o peligroso para la salud del comprador desprevenido.
Lo hemos visto durante más de un siglo con productos como el tabaco, dañino, adictivo y cancerígeno, que se ofrecía como símbolo de status, asociado a prácticas y beneficios que nunca existieron, como también con el alcohol y otras sustancias. Al menos ahora se venden con la advertencia del peligro que traen, y en el caso del tabaco se ha prohibido su publicidad en los medios tradicionales.
Las Naciones Unidas establecen que las personas tienen derecho a elegir, a recibir educación para realizar elecciones correctas de bienes y servicios y que estos sean competitivos, también el derecho legítimo a satisfacer todas sus necesidades básicas, a ser compensado y escuchado, a disfrutar de un medio ambiente más saludable, entre otros.
La globalización y la tecnología han multiplicado exponencialmente la publicidad engañosa de todo tipo, en la que abundan las estafas, de ahí que a la hora de dar dinero por un producto o por un servicio, el consumidor tiene derecho a reclamar que se le informe, a cuestionar el precio, a que se respeten sus exigencias y a tener canales legales para denunciar si ha sido estafado.
Un público educado a la hora de consumir genera mejores mercados y un comercio sometido a reglas claras, lo que trae como resultado un medio ambiente más sano, una población más saludable y una mejor sociedad.