Salvo que obedezca a una inconcebible estrategia política o a cualquier otro fin, resulta de muy mal gusto que las autoridades gubernamentales se regodeen por la gran cantidad de haitianos deportados, mientras ignoran que de por medio hay dos realidades igualmente lacerantes: que Haití atraviesa una pavorosa crisis humanitaria y que, en sí misma, es degradante la deportación masiva de emigrantes.
“Desde el 1 de agosto hasta el 31 de octubre del presente año, 60,204 ciudadanos haitianos fueron repatriados a su país, para un total de 108,436 durante todo el año”, informa, como si fuera un logro, Homero Figueroa, vocero del Gobierno.
El que lo celebra cual presea olímpica es el director de Migración, Venancio Alcántara: “Hemos deportado en noviembre a 24,894 extranjeros indocumentados”, para agregar que continuarán las deportaciones.
elCaribe, que apoya al presidente Abinader y su defensa de la soberanía por aplicar sin tapujos la política migratoria, no mira con buenos ojos los vítores por las masivas deportaciones, porque de por medio, lo reiteramos, hay una crisis humanitaria.
La otra cara son las revelaciones de Rosa Elcarte, representante de Unicef en nuestro país: a Haití han llegado, gracias a esta “zafra” deportadora, 1,800 niños haitianos no acompañados, es decir apresados por Migración, llegan solos a la frontera y de ahí son enviados a su país.
Aunque la propia Unicef reconoce que no hay maltrato y que aplica un protocolo junto al Conani, este escenario tampoco es para regocijarse.
Es la razón por la que no hay que “sazonar” como si fuera un triunfo lo que es un drama, porque son enviados a incrementar su pesarosa existencia.
No necesariamente hay que coincidir con el punto de vista de la politóloga Rosario Espinal, que califica como un espectáculo las deportaciones masivas y les atribuye la intención de hacer creer a los dominicanos que se toman medidas para sacar a los haitianos, mientras lo que se buscaría es apoyo político-electoral.
Pero esto de publicitar en demasía las deportaciones, obviar lo humanitario y hasta sin atender que ya es diciembre, da para todo tipo de conjeturas por lo inexplicable que resulta.