Cualquier observación superficial permite percibir que la administración del Presidente Danilo Medina ha tomado un nuevo aire después del vendaval que trajo el escándalo de los sobornos.Vendría a ser una respuesta ante la última tendencia de las manifestaciones de Marcha Verde, que tomaron un giro sugerente de que había sido puesto en punto de mira. Se llegó a pedir su renuncia.
En la primera fase, cuando la lucha contra la impunidad y la corrupción parecía espontánea, hasta el propio presidente bromeó que él también era verde. Hasta que la cosa cambió de color, con tonos más que cándidamente ciudadanos, con propósitos de más largo alcance.
El gobierno captó la señal y empezó a reaccionar, no mediante discursos ni contracusaciones, sino de manera proactiva.
El jueves pasado puso en marcha el servicio de emergencias y seguridad ciudadana en Santiago, el 911. Al otro día, el viernes, dejó abierto un hospital en el municipio Bajos de Haina.
Con propósitos claramente políticos, Medina el pasado lunes envió un mensaje para aquietar a algunos sectores, hasta al interior de su partido: no buscaré la reelección en 2020.
Ese mismo día lunes fue la estrella principal en el acto de lanzamiento de la mayor central eléctrica para generar energía limpia, que es el producto de la conversión a ciclo combinado de la Generadora Dominican Power Partners a gas natural, que aportará 324 MW. Es una importante inversión privada bajo su gestión.
El martes, Medina se trasladó otra vez a Santiago, donde dio el primer palazo para iniciar los trabajos del proyecto habitacional Ciudad Juan Bosch, y ese mismo día, casi en paralelo, el gobierno, a través del ministro de Hacienda, anunció la colocación en los mercados internacionales de US$500 millones para completar el financiamiento de la más importante infraestructura de generación eléctrica, las plantas de Punta Catalina.
Ayer miércoles se trasladó a Santiago Rodríguez, donde inauguró dos escuelas y un centro de diagnóstico y atención primaria.
El presidente Medina ha tomado la iniciativa y le ha impreso un nuevo ritmo a su gobierno.
Mientras, lo otro “sigue su agitado curso”.