Se celebra desde ayer en Kazán, Rusia, la cumbre XVI de los llamados Brics (acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), más agrandada luego del ingreso de Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía, Irán y Arabia Saudita.
A esta cumbre de tres días, que tiene como lema: “Fortalecer el multilateralismo para un desarrollo y una seguridad globales equitativos”, asisten 24 países con representaciones oficiales al más alto nivel, y otras 16 naciones invitadas, unas que esperan formalizar su ingreso y otras adquirir la categoría de “estados socios”.
Mientras es grande el número de países que toca sus puertas para que los dejen entrar, este club de naciones comprende el 40% de la población global (más de 3,200 millones de almas) y el 25% del PIB mundial, además de resumir en su seno el 29.5% de la superficie de la tierra.
Entre las naciones invitadas por Rusia a esta cumbre se incluye a Venezuela, que citamos expresamente para dar una idea de que en el mundo de hoy no predomina ninguna fuerza hegemónica, y que más bien se asiste a una suerte de desglobalización porque paradójicamente el país anfitrión está supuestamente sancionado o aislado por el mundo occidental.
No es para celebrar o sazonar que el llamado mundo globalizado envíe señales de debilidad, y que la “aldea global” se divida en pequeñas aldeítas, en las que todos desconfíen y se multipliquen los cierres de fronteras, porque si de algo hay que hacer conciencia es de que la Tierra empieza a ser plana, como magistralmente describe al mundo globalizado de hoy Thomas Friedman, economista ganador tres veces del premio Pulitzer.
En pocas palabras: aunque se construyan grandes bloques no será posible dejar de vivir interconectado porque, sencillamente, lo que tiene uno le falta al otro, y viceversa.
Contradictoriamente con ese razonamiento, si algo positivo se puede desprender de los Brics, es que constituyen un mensaje para que nadie se crea dueño y señor, con licencia para comportamientos imprudentes, irresponsables y por demás peligrosos.
En la inspiración y filosofía de los Brics figura presionar al sistema de gobernanza global y fomentar las economías emergentes, por lo que ojalá detrás de algunas palabritas en boga como un nuevo orden y el consenso de la comunidad internacional, no siga germinando la división del mundo en zonas de influencia.