Asistimos a otro ciclo de crecimiento, por encima de las expectativas originales para este año, que eran de un 5%, pero ha rebasado lo esperado incluso por las agencias internacionales. El Banco Central lo confirmó con el anuncio el miércoles, de que el crecimiento del primer semestre de este año fue de un 6.7%. Junio cerró con 7.3%, sugiere que el año podría terminar con esa tendencia. Es el mayor crecimiento económico en América Latina, con una inflación acumulada de apenas 1.43%.
Los ingresos de divisas ascendieron a US$15,038.9 millones, para un crecimiento de 8.9% con relación al año pasado. Igual, las reservas internacionales brutas alcanzaron US$6,598.4 millones, lo que garantiza la seguridad de los requerimientos importados para la economía, hasta a 4 meses, excluyendo las zonas francas.
En fin, República Dominicana marcha por el camino de la estabilidad y el progreso económico, gracias al comportamiento de la Construcción, Zonas Francas, Salud, Comercio, Manufactura Local, Transporte y Almacenamiento, Energía y Agua, Servicios Financieros, Comunicaciones, Agropecuario, Hoteles, Bares y Restaurantes.
El desempeño de los sectores Construcción (13.2%) y Zonas Francas (11%) es llamativo. Tiene que ver en el primer caso con la política de impulso a la vivienda en los principales polos urbanos. El segundo, quizás no valorado en la forma debida, amerita una revaluación del poder público como modelo de desarrollo tecnológico y brazo estratégico para las exportaciones. Dar un nuevo impulso a la promoción del país como un gran parque para las inversiones impactaría consistentemente el desempleo. Pero habría que acompañarlo de un entrenamiento de la fuerza laboral según la demanda.
La pujanza de la economía dominicana durante 14 años continuos ha debido impactar la vida de muchas personas, y ha sido un factor fundamental para la convivencia, al margen de factores que las autoridades no han podido solventar como desearíamos, como es la pobre seguridad ciudadana, una más consistente disminución de la pobreza y mejores oportunidades para trabajar.
Pero este comportamiento económico ha sido en general un eje clave para la paz social. Ha habido mejorías humanas, y aumento de la riqueza nacional, pero seguimos con el problema de un adecuado “derrame”. ¿Cómo hacer para que ese crecimiento impacte mejor las regiones, zonas y sectores más deprimidos?