No sabemos hasta dónde los actores son conscientes del momento que vive la República, más atentos al devenir que arrastre el escándalo Odebrecht que a una necesaria renovación de la práctica política. Quizás en algún tránsito del proceso una cosa influirá sobre la otra, pero lo fundamental sería que haya una adecuada interpretación del desarrollo de los acontecimientos y hacia dónde podría girar la rueda.
El momento puede ser interpretado desde la óptica convencional y en esa perspectiva podría ser visto como una magnífica oportunidad para “ganar terreno” para un mejor posicionamiento en la carrera hacia el poder. Pero esa podría ser una lectura equivocada. Sería poner la vista demasiado lejos.
La coyuntura puede ser más útil para un propósito conveniente en un proceso gradual de cambios en el ejercicio de la política. El hecho de que el partido gobernante acumula una alta cuota de poder contribuiría a una mayor elasticidad en la elaboración de sus posiciones frente a sus contrarios.
Como nunca antes se alinean un conjunto de factores que ayudarían a materializar una reforma política. La tensión social protagoniza un rol virtual. Instrumentalizarla conlleva serias implicaciones.
Si se analiza inteligentemente podría propiciarse un escenario que ayude a parir una ley de partidos y una actualización de la ley electoral que sentarían las bases del futuro inmediato. Se fortalecería el sistema de partidos y la administración de los procesos electorales.
Para que los hechos resulten convenientes debe primar la racionalidad de los actores. Sobreestimar “ciertas posibilidades” es un camino espinoso. Quizás frustratorio.
El momento es especial en la vida dominicana. Podría significar un nuevo punto de partida para todos.
No es una coyuntura como la de 1994. No estamos ante una crisis manifiesta, pero sí ante la oportunidad para una reforma para el ejercicio de la política.
Dependerá de la comprensión de que se requiere de voluntad política. Y de interpretar sabiamente la verdadera naturaleza de la situación.
¿Qué tan maduro está el liderazgo para hacer lo necesario?
La presión hasta el desgaste es un peligro. La negociación y su correlación el pacto pueden ser una carta de triunfo. La Junta Central Electoral (JCE) puede contribuir firmemente a ese fin.