En menos de quince días, la República Dominicana está bajo la amenaza de otro huracán, como la mayoría de las islas del Caribe oriental. Es una situación de tensión que obliga a adoptar las previsiones para que nadie sufra los potenciales daños que podría causar María.
María es un potente huracán categoría 5, con vientos máximos sostenidos de hasta 280 km/h, que pasará a 100 kilómetros de distancia al este de Samaná, a las 2:00 de la madrugada de mañana jueves. La zona bajo mayor amenaza la constituyen las provincias La Altagracia, La Romana, El Seibo, Espaillat, Samaná, María Trinidad Sánchez, Duarte y Puerto Plata, que sentirán los efectos de vientos superiores a los 120 kilómetros por hora.
De acuerdo al pronóstico de Meteorología, el Gran Santo Domingo y las provincias más cercanas a las señaladas anteriormente probablemente reciban los efectos de vientos equivalentes a una tormenta tropical, es decir, de entre 40 y 60 kilómetros por hora. Y las lluvias podrían extenderse hasta el viernes.
Esto sugiere que una amplia zona del territorio nacional está bajo una grave amenaza directa. En general, las estimaciones de lluvias indican que otras provincias bajo alerta corren riesgos.
El paso de un fenómeno de esta naturaleza siempre presenta imponderables. Nadie puede predecirlo todo con precisión. Eso obliga a los ciudadanos a adoptar medidas para preservar sus vidas, y bienes, esto último razonablemente.
Las autoridades nacionales han anunciado oportunamente los medios y medidas previsoras. Esas recomendaciones deben ser acogidas por la población.
Que el presidente de la República Danilo Medina haya suspendido su presencia en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York para estar al frente de los planes de prevención y asistencia es un reflejo de la gravedad de la amenaza a que estamos sometidos.
Si somos cautelosos tendremos menos que lamentar.
Que Dios nos ampare.