Uno de los más serios inconvenientes de la gobernabilidad lo constituye la postergación de la toma de decisiones por conveniencias perversas de tipo político. Por eso, muchos pobladores “vivos” recurren a las ocupaciones de terrenos privados o públicos en los procesos electorales, conscientes de que el poder político interesado en sus votos las tolerará.
Esa conducta le viene haciendo un daño enorme a la institucionalidad dominicana, y en particular, al ejercicio de la autoridad, que se ve erosionada en los distintos gobiernos.
Así, determinadas instituciones emiten resoluciones, (a veces incluso sentencias pronunciadas por los tribunales) que no se cumplen por una “orden superior”, o por las conveniencias mencionadas que ya forman parte del sistema imperante.
El ministerio de Medio Ambiente adopta resoluciones concluyentes ante situaciones creadas, que hacen un daño enorme a la vida natural y a las personas, fija un plazo para el acatamiento de las mismas. Los posibles afectados dejan que dicho plazo transcurra, es decir, no hacen caso, confiados en que posteriormente el mandato no será cumplido.
Es la repetición de lo mismo. Esta vez involucra a empresas o personas adineradas, sea a orillas del río Isabela, “un conjunto de astilleros de patio” que no respetan para nada la ley 64-00 de Medioambiente. O quienes explotan una zona protegida como Valle Nuevo, en Constanza. Su presencia en esos lugares es de por sí un despropósito que sólo se tolera en República Dominicana.
Y pensar que el Estado apenas pide que salgan. Pero correspondería pagar por las violaciones a la ley y por los daños ambientales que han provocado durante mucho tiempo.
El ministro de Medio Ambiente, Francisco Domínguez Brito, ha mostrado que tiene un sentido claro de las obligaciones que la ley le impone, y una compresión cabal de lo que es decisivo para la preservación de los recursos naturales. Misma conducta en su desempeño en los demás roles que ha asumido.
No hay ninguna razón para que se permita la continuación de los daños. Los recursos esenciales para las actuales y futuras generaciones deben ser preservados, y más ahora, en el cuatrienio del agua y en el año agroforestal.
Ahora o nunca.