El papa Francisco en su mensaje de Navidad fue reiterativo en un punto: que callen las armas y haya reconciliación y paz.
Ante cerca de 30.000 personas que se acercaron a la plaza de San Pedro, reflexionó sobre los conflictos y los males que afectan al mundo.
“En esta Navidad, inicio del año jubilar, invito a todas las personas, a todos los pueblos y naciones, a armarse de valor para cruzar la Puerta, a hacerse peregrinos de esperanza, a silenciar las armas y superar las divisiones”.
Mencionó a Ucrania para pedir que se tenga la audacia de abrir la puerta a las negociaciones y a los gestos de diálogo y de encuentro, para llegar a una paz justa y duradera.
También dijo tener los ojos fijos en la cuna de Belén, y dirigió su pensamiento a las comunidades cristianas de Israel y Palestina, en particular a Gaza donde, dijo, la situación humanitaria es gravísima. “Que cese el fuego, que se libere a los rehenes y se ayude a la población extenuada por el hambre y la guerra”.
Desde el balcón de la logia central de la fachada de la basílica de San Pedro, Francisco dijo que lleva “en el corazón a la comunidad cristiana del Líbano, sobre todo del sur, y a la de Siria, en este momento tan delicado” y animó a buscar soluciones que permitan la reconciliación nacional en Libia.
Asimismo, imploró por las familias de miles de niños que están muriendo a causa de la epidemia de sarampión en el Congo y para que llegue ayuda humanitaria a Burkina Faso, a Malí, a Níger, a Mozambique y a Sudán.
En sus oraciones para que el Niño Jesús inspire a las autoridades políticas y a todas las personas de buena voluntad, el papa prestó atención a Haití, Venezuela, Colombia y Nicaragua con el fin de encontrar lo antes posible soluciones eficaces en la verdad y en la justicia, para promover la armonía social.
Ha sido un mensaje reconfortante del papa en el que manifestó el deseo de “una serena y santa Navidad”, en un mundo convulso signado por el desinterés, falto entendimiento y con predominio del caos y del egoísmo.
Resulta ideal el momento para compartir con nuestros lectores la exhortación del papa “a reconciliarnos con nosotros mismos, entre nosotros, incluso con nuestros enemigos”.