En un mundo convulso en el que lo urgente casi nunca deja tiempo para lo importante, seguramente pocos recordarán que hace 61 años, un miércoles 25 de septiembre de 1963, el gobierno legítimo del profesor Juan Bosch era derrocado por un golpe de Estado que orquestó un grupo de militares y civiles traidores a la patria, con apoyo extranjero.

Aquellas revoluciones “salvadoras”, lideradas generalmente por militares formados en la tristemente célebre “Escuela de las Américas”, esgrimían siempre los mismos endebles argumentos: la doctrina de la seguridad nacional y la supuesta defensa ante una amenaza externa “comunista”, simple excusa para sofocar toda posibilidad de resistencia popular, instalar la censura y conculcar todas las libertades.

Los responsables de aquel golpe fueron poderosos intereses externos, sus aliados internos que temían ver reducidos sus privilegios y los que, a fuerza de poner las riquezas nacionales en manos extranjeras, hacían su agosto mientras sumían al país en la miseria.

Aquella nación que comenzaba a dejar atrás la ominosa tiranía de Trujillo que durante treinta años gobernó a sangre y fuego, volvió a verse envuelta en enfrentamientos que dejaron su huella de torturas, muertes y desapariciones forzadas.

Entre las consecuencias funestas de la asonada figura la Revolución de Abril de 1965, que promovía el retorno de Juan Bosch al poder y a la vigencia de la Constitución de 1963, que se saldó con la intervención militar de Estados Unidos y segó valiosas vidas de miles de dominicanos que se alzaron en defensa de la democracia y de la dignidad nacional.

Los tiempos cambian, los golpes de Estado ya no figuran en la agenda de la gran potencia del norte, que ahora utiliza el “law-fare”: estructuras integradas por políticos y sistemas judiciales corruptos, que generan los llamados “golpes blandos”, con complicidad de los congresos, de las altas cortes y una prensa complaciente para justificar la expulsión de gobernantes legítimamente elegidos.

Pese a aquel derrocamiento, Juan Bosch continuó gravitando en el panorama político, y aunque jamás pudo volver a la presidencia fundó el PLD, que gobernó por 20 años.

Hoy, a 61 años de aquel golpe de Estado rescatamos la hombría de bien de ese patriota llamado Juan Bosch, mientras los nombres de los traidores que lo derrocaron ya figuran donde les corresponde estar, en el basurero de la historia.

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