Jamás nos cansaremos de repetir que el 28 de abril de 1965 está marcado con fuego en la historia de la patria, un hito en la formación de la conciencia nacional y una herida abierta en la memoria del pueblo dominicano.
Fue el día, hace hoy sesenta años, cuando un gobierno demócrata de los Estados Unidos, presidido a la sazón por Lyndon B. Johnson, ordenó apoyar con una intervención militar a un grupo de militares golpistas y civiles de triste memoria, para combatir contra los que exigían el retorno del gobierno de Juan Bosch, derrocado en septiembre de 1963.
El 28 de abril es el “Día de la Soberanía Nacional”, instituido por la Cámara de Diputados en 2018, una jornada en la que el ser nacional dominicano debiera exaltarse y proclamarse, como tributo a la resistencia de nuestros héroes y mártires.
Abril es también para los dominicanos que aman a su patria el mes de la dignidad, simbolizado en el día 24 y encarnado en los que no traicionaron a su país, en los que se opusieron al acto abominable de la invasión, los que sí tienen derecho a pronunciar hoy la palabra patria con la frente en alto.
Los militares constitucionalistas y los civiles que los apoyaron, los hombres y mujeres que salieron a la calle para enfrentarse a las poderosas tropas intervencionistas, entendieron que defender a la patria significaba desafiar a la muerte, pero no les importó.
Mantener con vida esa epopeya gloriosa en la conciencia del pueblo significa defender la esencia de la dominicanidad y honrar para la posteridad la lucha de quienes defendieron la dignidad dominicana.
El historiador Roberto Casá definió aquella invasión como “un momento trágico para la suerte de la nación dominicana”; para el historiador Juan Daniel Balcácer “fue una grosera intervención” en nuestros asuntos domésticos.
A 60 años de la intervención armada extranjera de nefastas consecuencias para la vida política de nuestro país, debemos recalcar la estela de muertes que dejó, la destrucción que sembró y la dignidad nacional pisoteada que trajo como consecuencia.
En esta fecha que se grabó en la memoria del pueblo dominicano, vaya nuestro emocionado homenaje a todos los que jamás se arrodillaron ante los enemigos, a los que demostraron que la dignidad dominicana no se negocia, ni se compra, ni se entrega.