El pasado martes, 4 de julio, día 185 del calendario, celebró los Estados Unidos el aniversario 247 de su declaración de independencia, siendo esta la más estadounidense de sus festividades, conmemorando el nacimiento de la hoy nación más poderosa del planeta. Este acontecimiento, y sus naturales consecuencias, ejercieron una enorme influencia en el mundo de 1776. Poco después de la firma del Tratado de París surgen serios conflictos entre las 13 colonias inglesas en América y las Islas Británicas. Estallan cuando el Gobierno inglés, para restaurar sus finanzas, grava con fuertes impuestos a los colonos. De los más irritantes fueron el colocado al papel timbrado, imprescindible para toda actuación legal, y el impuesto al té. Este último dio lugar a insurrecciones, a reacciones violentas, y acciones militares y políticas en Boston, agravando las tensiones. Los delegados de las colonias decidieron mantener el boicot al puerto de Boston, declarándolos el Parlamento Inglés, en rebeldía. El Congreso de Filadelfia, en una segunda sesión, crea un ejército al mando de George Washington, antes topógrafo, granjero, y delegado Continental del Congreso de Filadelfia quien fue luego su primer presidente. Aunque es el día 2 de julio de 1776 que el mismo Congreso define su intención acerca de la emancipación, es el 4 en el que se proclama el Acta de la Independencia, preparada por Jefferson, Adams, Franklyn, Sherman y Livingston, en comisión. La frase latina E Pluribus Unum, significando “la unión hace la fuerza”, aparece como lema motivador en el primer sello, diseñado por estos y también en los billetes de banco actuales. Expresión de un ideal unificador, en un país constituido por una enorme diversidad. Alrededor de 2.5 millones de colonos ingleses componían la población de los 13 territorios, siendo hoy de 332 millones en 50 Estados. Triunfos y fracasos en cruentas batallas, forman la guerra de independencia. La esencia de esta declaración de independencia define el punto de apoyo de la ideología política estadounidense: “sostenemos como verdades evidentes que todos los hombres nacen iguales; que a todos confiere su Creador ciertos derechos inalienables, entre los cuales están la vida, la libertad, y la búsqueda de la felicidad,; que para garantizar estos derechos, los hombres instituyen gobiernos que derivan sus justos poderes del consentimiento de los gobernados, que siempre que una forma de gobierno tienda a destruir esos fines, el pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla, a instituir un nuevo gobierno” La paz definitiva se firma en Versailles el 3 de septiembre de 1783. Felicidades a la nación que, aunque con grandes contradicciones y paradojas, es la tierra de los sueños, de las grandes libertades y de oportunidades infinitas. Millones de dominicanos forman parte de esa nación con doble nacionalidad y han hecho de ella parte de sus amores, aprovechando las infinitas ventajas que allí se les ofrece.