Ahora, cuando ya la humareda del vertedero de basuras de Duquesa ha disminuido, gracias a que la cobertura de arcillas calcáreas que le fue colocada por el ministerio de Obras Públicas cortó el suministro de oxígeno hasta el interior del voluminoso depósito cargado de gas metano, muchas personas entenderán que el problema principal ha sido resuelto para tranquilidad de la Capital, y que todo ha de volver a la normalidad para el bienestar de nuestra sociedad, lo cual no se corresponde con la vieja realidad de los incendios recurrentes, principalmente en un momento donde aparentemente la piromanía en el basural se ha posicionado como moda primaveral, aunque por lo visto nadie ha visto nada, ni ha escuchado nada, ni ha sabido nada del proceso de ignición, pero la fecha de ignición, y los distintos focos de simultánea ignición, coincidentes con un cambio de administración, sugieren investigar si hubo intención.

Sin embargo, después de 10 días de humaredas contaminantes procedentes de Duquesa, las que al cubrir al Gran Santo Domingo se sumaban a los temores generados por una COVID-19 que en los últimos 12 días ha registrado las mayores cifras secuenciadas de casos positivos diarios, superando al día de hoy los 10 mil contagiados y acercándonos a las 400 muertes, a lo que en los últimos 4 días también se le ha sumado el contaminante polvo silíceo del Sahara, asemejándose a las famosas plagas de Egipto narradas por Moisés en el libro del Éxodo, lo que visto desde cualquier lado afecta al sistema respiratorio del ser humano, la sociedad debe estar consciente de que ya no se puede permitir que el vertedero de basuras de la Capital siga operando en el mismo lugar, porque esas humaredas van acompañadas de gases tóxicos como el monóxido de carbono, y gases contaminantes como dióxido de carbono, dióxido de azufre, óxidos nitrosos, dioxinas y furanos, así como partículas finas (PM10 y PM2.5) que afectan al sistema respiratorio, principalmente a quienes sufren de asma, enfisema, bronquitis, neumonía, alergias respiratorias y cardiopatías.

Al mismo tiempo el vertedero de basuras de Duquesa genera grandes volúmenes de lixiviados que contaminan las aguas superficiales del río Isabela, y luego del río Ozama y del mar Caribe, contaminando también las aguas subterráneas de Santo Domingo Norte, lo que pone en peligro la salud de quienes consumen esas aguas subterráneas porque esos lixiviados están cargados de toxinas, de metales pesados como plomo, mercurio, cadmio, cobre, hierro, y altísimo contenido de bacterias coliformes, tal y como quedó evidenciado en el estudio que realizamos en el año 2017, junto al ministerio de Medioambiente y a la Alcaldía de Santo Domingo Norte, donde las muestras de lixiviados colectadas en presencia de un notario público, y entregadas a los laboratorios de calidad de agua de la CAASD, en presencia del mismo notario público, evidenciaron un contenido de 160,000,000,000 como número más probable de coliformes totales (NMP), cuando las normas del ministerio de Medioambiente establecen no más de 1000 como NMP, siendo esa una de las razones utilizadas por el Tribunal Superior Administrativo para fallar en 2017 en favor del ministerio de Medioambiente y de la Alcaldía de Santo Domingo Norte.

Adicionalmente el vertedero de Duquesa perturba las operaciones del aeropuerto internacional Joaquín Balaguer, y le resta valor a las tierras de las vecindades que hoy no son atractivas para urbanismo porque nadie quiere comprar un apartamento ubicado al lado de un mal oliente “botadero” de basuras que diariamente recibe poco más de 3,500 toneladas de basuras que con frecuencia se incendian.

El grave problema del vertedero de Duquesa no ha podido ser resuelto porque son las alcaldías quienes administran legalmente los vertederos de basuras, y en realidad carecen de recursos económicos suficientes, a lo que se suma que los gobiernos no intervienen porque respetan la autoridad administrativa de cada gobierno local, pero sin una visión de operación estrictamente ambiental, enfocada hacia la sostenibilidad, cosa que muy pocos entienden porque los temas ambientales son más científicos y más complejos de lo que aparentan, sin una visión sanitaria holística, y sin una moderna legislación sobre clasificación, reciclaje, industrialización y reutilización de los desechos sólidos, nunca resolveremos este grave problema ambiental, sanitario y social, y seguiremos poniendo parches en el solar.

La mejor solución ambiental es buscar otro lugar, al norte del actual, de un millón de metros cuadrados, virgen, arcilloso, impermeable, donde se instale una planta recicladora que aproveche el 85% del volumen total de desechos diarios, y un verdadero relleno sanitario impermeable, vecino a la recicladora, capaz de acumular el 15% no aprovechable, porque eso es lo que procede en base a la Ley Ambiental 64-00 y a los tiempos modernos, y luego proceder al cierre inmediato del viejo emplazamiento, para posteriormente proceder al saneamiento ambiental del suelo y del subsuelo de Duquesa, con un drenaje granular francés, perimetral, que colecte los lixiviados y los envíe a la planta de tratamiento de la Av. Jacobo Majluta.

Duquesa es un cáncer ambiental en fase terminal, y no debemos postergar buscar otro lugar como única solución real.

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