Así me respondió, querido Eduardo, nuestro amigo chileno José Piñera, padre del modelo de pensiones basado en la capitalización individual, cuando el pasado martes 8 de abril, a las 10:34 p.m. le escribí para informarle de tu inesperada y muy dolorosa partida, junto a tu esposa Jhoanna, tu hermana Alexandra y su esposo Eduardo Guarionex Estrella, a raíz de la tragedia más grande que ha afectado a nuestra nación en este siglo.

Me tomé el derecho de apropiarme de la frase de José pues ninguna otra describe mejor este sentimiento que arropa a todos los que tuvimos la oportunidad de beber del manantial de cariño que alimentaba tu inagotable y permanente cascada de alegría. Pero también, porque a través del “hombre de la libretita”, logramos intensificar una amistad hilvanada por los años de vecindad en Los Rosales a otra fomentada por el convencimiento que ambos teníamos sobre cuánto progresaría nuestra nación con un sistema de pensiones similar al que José había diseñado e implementado en Chile hace 45 años.

En mayo de 1991, la Fundación Economía y Desarrollo invitó a Piñera al país para explicar la exitosa reforma laboral ideada y ejecutada por él en Chile, cuando se desempeñó como ministro del Trabajo y Previsión Social. Recuerdo tu llamada a principios de enero de 1998 para que te ayudara a convencer a José de venir al país de nuevo, esta vez para describir la más famosa y trascendental de sus reformas, la de pensiones, en un seminario que organizaba ANJE, entidad que presidías. A principios de agosto de 2007 me llamaste para decirme que habías invitado a José al país una vez más para una serie de encuentros con sindicalistas y empresarios, programas de televisión y el almuerzo del miércoles 15 de agosto de la Cámara Americana de Comercio, que entonces presidía Christopher Paniagua, en el cual Piñera disertó sobre “La revolución de las AFP-hacia un mundo de trabajadores-propietarios”.

Duele el alma, Eduardo. Duele mucho cuando pienso que el pasado jueves 3 de abril, encontrándome en New York, recibí una llamada de Chris a las 5:08 p.m. para saber si el viernes 4 a las 3 de la tarde podía participar en una reunión que tu hermano Manuel deseaba tener para analizar, junto a los ejecutivos del Grupo y del Banco Popular, las posibles implicaciones sobre la economía dominicana de los aranceles “recíprocos” anunciados por la administración Trump. Pero más aún, al recordar tu intervención: “Andy, luego de escuchar todo lo que has planteado, ¿qué recomendarías como próximo paso a dar y cómo podríamos nosotros contribuir a la adopción de medidas que ayuden al país a enfrentar una posible contracción de la economía mundial producto de la guerra arancelaria? Esa era y sigue siendo la pregunta oportuna y constructiva, consciente de que la nueva pandemia, TARIFF-25, podría mermar los ingresos por exportaciones de bienes nacionales y de zonas francas, la llegada de turistas y las remesas, desacelerando nuestro crecimiento y la creación de empleos.

El país ha perdido al empresario más comprometido con la mejoría del bienestar de los trabajadores que puede lograrse a través de un sistema de pensiones de capitalización individual. Ese sistema, que ayudaste a construir desde la geografía del Grupo Popular, es el responsable de que sus 5 millones de afiliados tuviesen a final de febrero pasado RD$1,136,154 millones en sus cuentas de capitalización individual, de los cuales, RD$597,029 millones fueron aportados por la rentabilidad que gestionaron las administradoras de fondos de pensiones. Ese sistema que siempre promoviste y defendiste ha logrado que, a pesar de las excesivas restricciones impuestas por la regulación a la inversión del ahorro previsional de los trabajadores, de cada 100 pesos que tiene el trabajador promedio en su cuenta de capitalización individual, 14 se deben al aporte de este, 33 a la cotización de la empresa en que trabaja y 53 a la rentabilidad conseguida por su AFP.

Tú y yo sabíamos que, a pesar de ese logro, el sistema no sería capaz de generar pensiones elevadas al trabajador cuando llegase la edad de retiro de 60 años. El sistema de capitalización individual no puede replicar el milagro de multiplicar 5 panes y 2 peces para alimentar a miles de personas. Con una cotización promedio de 8% del salario durante 30 años, no es posible generar una pensión de 80% del salario durante 20 años. En nuestras reuniones coincidimos en que el sistema necesitaba una reforma que elevase gradualmente la tasa de cotización a 15% del salario, en línea con las reformas realizadas durante los gobiernos de izquierda de López Obrador en México, que decidió aumentar la cotización de 6% a 15%, y de Boric en Chile, que comenzará a elevarla paulatinamente de 10% a 16%. Lo anterior iría acompañado de un aumento de la edad de retiro para pensión de vejez de 60 a 65 años, como sucede en México y Chile.

Con tu partida, he perdido a mi compañero más fiel en el flanco empresarial en la batalla por la reforma de pensiones; un aliado que con sus acciones en favor de los trabajadores había construido puentes de entendimiento, comprensión y credibilidad con los principales líderes de las principales confederaciones sindicales del país. A pesar de ello, querido Eduardo, no dejaré de luchar por esta profundización de la reforma del sistema que abrazaste y protegiste como un padre abraza y protege a su hijo. Si AMLO en México y Boric en Chile lo entendieron, estoy seguro que el presidente o presidenta que surja de las elecciones de 2028 lo entenderá y ejecutará la reforma, consciente de ese es el cambio que necesitamos para generar un crecimiento económico verdadero y garantizar a nuestros trabajadores un retiro decente. No voy a descansar hasta lograrlo. Es así como me propongo honrar tu memoria.

Sé que tus hijos Isabella, Eduardo, Enrique, Brianna y Felipe hoy te lloran de manera desconsolada. Un día no muy lejano, sin embargo, se llenarán de satisfacción y orgullo al descubrir que, dentro del conjunto de los constructores de la nación dominicana, su padre fue uno de los que más ladrillos colocó para levantar el pilar del sistema de pensiones que, como ningún otro, ha elevado el ahorro, promovido la inversión, estimulado el crecimiento y garantizado la estabilidad económica. Sin esa reforma que tú abrazaste, apoyaste y defendiste, la economía dominicana sería un desastre.

Duele el alma, Eduardo, al recordar que en la última reunión que sostuvimos en tu oficina, pude admirar de nuevo una parte de tu extraordinaria colección de las construcciones de LEGO que te apasionaba. No sé qué pasará con aquella idea que te planteé de crear un centro para la exhibición permanente de esas espectaculares construcciones plásticas, un lugar que de seguro visitarían decenas de miles de jóvenes dominicanos, muchos de los cuales podrían verse estimulados a ingresar a las carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) con énfasis en mecatrónica y robótica y, de esa manera, contribuir a fomentar el crecimiento de los recursos humanos que requiere la industria manufacturera de alto valor agregado a la que como nación necesitamos transitar para continuar progresando. Tus aportes a la construcción de nuestro sistema de pensiones de capitalización individual y el tiempo que dedicabas a las construcciones de LEGO nos revelan tu descubrimiento de que la mejor dieta para alimentar tu “sparkling mind” era creando. Y así ayudaste a crear nuestro sistema de pensiones y armaste la más fabulosa colección de construcciones LEGO del país, construiste, junto a tu querida esposa Jhoanna, una familia soñada y entrañablemente unida.

Eduardo, no nos queda más que resignarnos ante el retiro anticipado e inesperado de la vida que el Señor te ha concedido. Él sabe que, con su decisión, se ha llevado el cariño y la alegría que siempre transmitías a tu familia, a tus amigos, a tus miles de compañeros del Grupo Popular y, sobre todo, a los 324 ejecutivos y empleados de tu tercera hija, la AFP Popular. A través de las oraciones de todos los que tuvimos la oportunidad de observar tu trabajo y desempeño, ten por seguro que transmitiremos al cielo tus realizaciones y aportes al desarrollo económico integral de nuestra nación, anotados todos en la “libretita” de tu vida. Ten la seguridad de que haremos todo lo que esté a nuestro alcance para magnificar tu obra y de esa manera aliviar, poco a poco, este intenso dolor en el alma que ha producido tu partida.

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