Leyendo algunos análisis y estudios de expertos y firmas doctas en variopintas materias -economistas, sociólogos, intelectuales y hechiceros-, he llegado, intuitiva o empíricamente, a tener una lectura apriorística de lo que será la administración Trump-USA 2024-2028, específicamente, en su zona de influencia histórica-geográfica y, tentativamente, en el resto del mapamundi.
Lo primero es que la designación del ex enador Marco Rubio -como secretario de Estado (canciller o jefe-ejecutor de la política exterior), quiérase que no, marca una mirada o énfasis diferente hacia Latinoamérica por razones culturales, idiomáticas, ideológicas e intereses específicos: Cuba, Venezuela, Nicaragua y algunas que otras híbridas o en franca inobservancia geopolítica-comercial fáctica que facilitan la expansión china.
Y esa raya de Pizarro, sin duda alguna, no será materia de descuido como tampoco aquella que tenga que ver con corrupción, narcopolítica -antecedente de Honduras-, lavado de activos o querer obviar, como imponen China y Rusia en su zona de influencia, ciertas reglas implícitas o explícitas. Es decir, que no habrá una mirada indiferente, como fue por décadas y desde ambos partidos -Demócrata-Republicano- hacia nuestra región.
Creo, o es evidente, que Cuba, Venezuela y Nicaragua -tres dictaduras- serán prioridad política-regional, por varias razones: a) son nichos o enclaves chino-ruso, b) rémoras políticas-ideológicas, c) autoritarismo que, ni siquiera, endógenamente, se podrán sostener sin ayuda foránea -china-rusa-turca-iraní- y represión excesiva; y d) porque resultan anacronismo político y gerencia de Estado pésima por ser regímenes de partidos únicos y de “elecciones” secuestradas.
Para el resto del mapamundi, la administración de Trump, además de lo imposible o improbable como Canadá y aranceles inaplicables, so pena de reciprocidad, se enfocará en procurar un mejor equilibrio geopolítico-comercial frente a China; Putin, luego del fin de la guerra Ucrania-Rusia, será una suerte de acuerdo tácito Trump-Putin (analogía-1939: fascismo-Segunda Guerra Mundial) para preservar su frontera, pues su fuerte es lo ideológico o ego-Putin y claqué -vieja guardia- o enclave bélico de una URSS que hace rato (Gorbachov-1989) no existe.
En fin, se perfilan dos grandes líneas en materia geopolítica-comercial: avanzar en redefinir zona de influencia histórica-hemisférica y, al mismo tiempo, procurar equilibrio y participación en un mundo multipolar sabiendo que hay que revertir rezagos en materia de tecnología, ciencia y comercio-deuda con China.
Lo de Latinoamérica será de atención inédita, si se quiere: cero dictaduras o enclaves chino-ruso, mano dura con narcopolítica-corrupción; y redefinición en su zona de influencia con reglas explícitas y balanza comercial de preferencia: y, por supuesto, ello implicará más colaboración-atención -en todos los ámbitos-; pero el freno o stop (hemisférico) a China será innegociable. Rusia no será amenaza ni puede.
O tal vez, esta lectura mía sea pura intuición fragmentaria o, nadería sin fundamento -falto de data, como me reitera y documenta un caro y bien documentado estudioso de esos temas de nombre bíblico-.
¡Quién sabe!