En los últimos meses, los empresarios se han venido quejando de la escasez de dólares; cómo se han visto obligados a financiar sus operaciones con préstamos bancarios en dólares y esperar en listas para obtener las divisas con las cuales cumplir los compromisos en el exterior.
Esta no es una situación nueva y a pesar de que muchos critican la política del Banco Central, es un instrumento de política monetaria tendente a mantener una tasa de cambio relativamente estable y evitar el peor de los impuestos que es la inflación.
Muchas de las políticas restrictivas, a pesar de no ser simpáticas, resultan necesarias como una forma de mantener un equilibrio económico frente a unos gastos que definitivamente el Banco Central no tiene control y en la medida que las importaciones crecen en una velocidad mayor que las exportaciones la afluencia de dólares es menor, especialmente en las épocas de pago de deuda, de reposición de inventarios de parte del empresariado, pago a los generadores o a las inversiones en dólares por parte del Estado.
En estos momentos, el Banco Central cuenta con niveles récords de reservas, lo que genera tranquilidad tanto al inversionista local como al extranjero y la seguridad de contar con recursos para hacer frente a más de tres meses de importaciones.
Se están haciendo esfuerzos para facilitar y crecer las exportaciones. Toma tiempo, hay que mejorar muchas políticas para reducir los costos y ser competitivos en mercados cada vez más difíciles.
Establecer reglas claras para atraer inversiones extranjeras; promover más aún el turismo y una verdadera cultura exportadora, donde leyes y normas no cambien constantemente, serán claves para generar más divisas y evitar que el Banco Central cíclicamente deba intervenir los mercados como lo ha tenido que hacer ahora con mucho tacto, para evitar desabastecimiento, especulaciones y acaparamiento.
Es importante reconocer los esfuerzos para mantener una inflación baja. Recordemos los efectos nefastos sobre la economía de las empresas y de los consumidores de la inflación del 2003, sin embargo, en el 2005 ya la inflación estaba controlada y era de 8.8%, en el 2017 fue de apenas un 1.58%.
Hay que poner atención a la deuda pública que presiona el tipo de cambio, esta ha pasado de ser un 13.51% del PIB en el 2000 a un 38.9% en el 2018 y recordar que la bonanza de los precios del petróleo, de la que hemos gozado en los últimos años, está por terminar.
Esto nos obliga ser cautelosos en no seguir aumentando el endeudamiento y por el contrario, generar más ingresos en moneda dura.
Tenemos que salir de las soluciones de corto plazo y esto sólo se logra, como decíamos, con mayor inversión extranjera; ampliando lo que ya se ha convertido en uno de los pilares de la economía, que es el turismo; atrayendo nuevos mercados como lo sería el turismo de adultos mayores y de personas con dificultades de movilidad que representan una parte importante del turismo que se mueve a nivel mundial, con la ventaja de que siempre viajan acompañados y los ingresos en divisas siempre serán mayores.
Apoyar a la industria local y de zonas francas, dejando a un lado las habituales críticas y entender que hay mercados que suplir internamente y externamente, que generarían divisas y miles de empleos, ofreciendo oportunidades a miles de jóvenes que buscan con ansiedad un puesto de trabajo.
En un programa, oía a dirigentes empresariales decir que la permanencia por largo tiempo de las autoridades monetarias no es sano para un país. Creo todo lo contrario, a diferencia de los partidos políticos, que el cambio en el mando es necesario. Los países más desarrollados y con economías estables mantienen en sus puestos a los responsables de las políticas económicas, porque estas necesitan medidas de largo plazo que no se logran en cuatro años.
Muchas veces no hemos estado de acuerdo con ciertas políticas, pero lo cierto es que somos referentes en el crecimiento y la estabilidad económica cuando se nos compara con otros países de la región.
Las críticas a las autoridades monetarias no aumentarán el flujo de divisas, eso sólo lo lograremos con el esfuerzo del Gobierno y del sector privado, facilitando exportar, eliminar permisos, mejorar las infraestructuras portuarias, tener más opciones marítimas competitivas y que los fletes terrestres sigan mejorando, creando una relación cliente suplidor como lo están haciendo con mucho éxito.